Melodías del hielo

Tras años realizando esculturas de hielo en una estación de esquí en Nuevo México, Tim Linhart se animó a esculpir un violín y las melodías que surgieron de su interior le fascinaron. Fue el comienzo de una aventura que ha derivado en una orquesta de hielo. En sus conciertos en el interior de un iglú en los Alpes italianos también participan músicos locales que tocan todo tipo de música. «Son increíblemente frágiles, cuando los construyes siempre existe el riesgo de que se desintegren», indica el violoncelista Nicola Segatta, que ayudó en la fabricación de su propio instrumento.

Además de ese violín, Linhart ha fabricado una viola, un xilófono, un contrabajo, una mandolina, un violoncelo y un ‘‘rolandófono’’, un instrumento de percusión que ha inventado. Los instrumentos más grandes requieren meses de trabajo. Por su peso, muchos están colgados de mosquetones de alpinismo enganchados a cables de acero fijados al techo del iglú.

«Es un súpermaterial porque puedes tener tanto como quieras o reducirlo y, además, es gratuito», explica el artista. Solo hay un nada desdeñable inconveniente: se derrite.