Mikel INSAUSTI
CRÍTICA «Una cuestión de género»

La mujer de leyes que más ha hecho por la igualdad

Hay muchas mujeres que trabajan en la industria de Hollywood, y rara vez consiguen manejar un material argumental que coincida con sus inquietudes personales con respecto a la cuestión de género de la que habla el título de la versión doblada. La realizadora Mimi Leder es un perfecto ejemplo de cineasta que ha podido hacerse con mucho esfuerzo un sitio profesionalmente, pero que no ha gozado de la oportunidad de elegir los temas a tratar en sus películas, y de ahí que se haya identificado tanto con este biopic sobre Ruth Bader Ginsburg, una juez inspiradora que aparece a sus 85 años en los títulos finales de crédito. Tal vez sea el tipo de presencia que la había faltado hasta ahora, cuando en sus comienzos fue apadrinada por Steven Spielberg, que le produjo para DreamWorks “El pacificador” (1997) y “Deep Impact” (1998). Dos trabajos comerciales de encargo que condicionaron su posterior trayectoria orientada hacia la televisión, medio para el que ya se había estrenado con la serie “Urgencias” (1994).

“Una cuestión de género” (2018) no cuenta tanto sobre Ruth Bader Ginsburg como el documental de Betsy West y Julie Cohen “RBG” (2018), que cuenta con dos nominaciones a los Óscar. Tampoco lo pretende, al tratarse de una ficción más modesta, cuyo asunto principal es el de la conciliación familiar. Y se entiende, debido a que el autor del guion es el debutante Daniel Stiepleman, que resulta ser sobrino de la protagonista. En consecuencia le interesan los detalles cotidianos, como que una mujer de la máxima capacidad intelectual y luchadora a la que no se le resiste nada, sea una pésima cocinera. Por eso no faltan aspectos como los conflictos maternofiliales con su hija adolescente, o el cuidado de su marido enfermo. Son apuntes del día a día que suman, y que conforman el proyecto vital de una mujer que iba a ser capaz de llegar a presidir el Tribunal Supremo de los EEUU, superando indecibles obstáculos desde su etapa universitaria, frente a rectores que no estaban acostumbrados a ver a féminas en las aulas, y menos aún dispuestas a demostrar su valía cambiando las leyes de igualdad.