Mikel INSAUSTI
Crítico cinematográfico

A la caza del artista

Ome he convertido en un moñas o ya no tengo estómago para soportar ciertas cosas. No pude terminar de ver el documental de moda “Leaving Neverland” (2019), y es que ya se me atragantó la primera parte, por lo que ni lo intenté con la segunda. Según lo estaba viendo me dí cuenta de que no me servía para formarme una opinión sobre la polémica que ha desatado en torno a la figura de Michael Jackson, tanto en los medios escritos como en las redes. Sí, en cambio, más allá del caso concreto del cantante acusado de pedofilia, me atrevo a entrar en su lectura extendida al mundo de la creación en general y coincido con lo expuesto por Javier Marías en su brillante columna “¿Será una buena persona el cocinero?”.

De verdad que no entiendo el empeño de la sociedad actual en confundir el talento con la bondad, cuando son cualidades que rara vez van unidas. Un genio artístico no tiene por qué ser una persona ejemplar, y hay que saber separar la vida pública de exposición de su obra con la privada de sus comportamientos íntimos y secretos.

La historia del cine está llena de cabrones y cabronas que hicieron películas extraordinarias. Lo he dicho mil veces y lo vuelvo a repetir, para admirar las películas de Elia Kazan, David Wark Griffith o de Leni Riefenstahl no necesito identificarme con sus ideas. No faltan, sin embargo, fanáticos dispuestos a prohibirlos.