Los mismos presos políticos catalanes que ayer protagonizaron la sesión constitutiva de las Cortes españolas regresaron ayer al Tribunal Supremo, donde el juicio contra el independentismo catalán encara ya su recta final. Ayer fue el turno de los últimos testigos, tras lo cual dio inicio la fase pericial del juicio. Después llegará la fase documental –donde se visionarán los vídeos tanto del 1-O como del 20S–, tras lo cual la vista oral se dará por finalizada con los escritos finales –habrá que ver si la Fiscalía mantiene las acusaciones– y los alegatos de los acusados. El valor jurídico de esta última palabra es menor, pero el momento volverá a tener una importante carga política.

Los últimos testigos en declarar fueron los citados por la defensa de la expresidenta del Parlament, Carme Forcadell, que aseguraron que ni ella escribía los tweets que la Fiscalía incluye en su escrito de acusación, ni participaba en el núcleo de decisión del proceso soberanista catalán.

Técnicas de Hacienda

En cuanto a las periciales, una propuesta por la defensa del presidente de Òmnium Cultural, Jordi Cuixart, trató de desmontar las acusaciones de incitación a la violencia que recaen sobre su defendido. La estrategia fue presentar el 1-O como el movimiento de desobediencia civil y pacífica más grande de Europa, uno de los ejes de la defensa de Cuixart.

Más afín a los intereses de las acusaciones resultó, sin embargo, la pericial de varias técnicas del Ministerio de Hacienda, que cifraron en casi un millón de euros el dinero gastado en el 1-O. La Fiscalía trató así de apuntalar el delito de malversación de fondos.