Pablo GONZÁLEZ

Un comunista ruso casi provoca una revolución en Georgia

La capital de Georgia fue ayer escenario de graves incidentes después de que la oposición intentara asaltar el Parlamento porque un diputado del Partido Comunista de Rusia ocupó el asiento de presidente de la Cámara durante una visita oficial. La crisis interna desatada amenaza con saltar al tablero internacional y sacudir las relaciones ruso-georgianas.

Tbilisi se ha visto sacudida estos dos últimos días por unas multitudinarias protestas que han provocado una crisis política interna que amenaza con empeorar las de por sí complicadas relaciones entre Georgia y Rusia. El detonante, un diputado del Partido Comunista de Rusia ruso sentado en el asiento del presidente del Parlamento georgiano. El resultado, 240 heridos.

Esta semana se celebraba en Tbilisi, capital de Georgia, la Asamblea Interparlamentaria Ortodoxa, que reúne a parlamentarios de 25 países unidos por su fe cristiano-ortodoxa. La organización tiene su sede en Grecia y está copresidida por un diputado ruso y otro griego. Cada año se reúne en un país diferente para hablar de intereses comunes relacionados con la fe que profesan.

Este año, el encuentro en el Parlamento georgiano fue suspendida al poco de comenzar. Los opositores georgianos protestaron al ver que el parlamentario ruso Serguei Gavrilov ocupaba el asiento del presidente. El propio Gavrilov, que pese a tratar asuntos de la fe es del Partido Comunista, fue sentado allí por la organización del evento.

Los opositores enseguida movilizaron a decenas de activistas que empezaron a amenazar al diputado ruso y a dos de sus colegas de la misma nacionalidad. La Policía escoltó a los tres parlamentarios rusos a su hotel y de allí al aeropuerto para que salieran cuanto antes del país.

Su marcha precipitada no calmó a los activistas opositores. Cientos de ellos, congregados ante el Parlamento, intentaron durante horas asaltar el edificio. Para impedirlo, la Policía empleó balas de goma y gases lacrimógenos contra los manifestantes, provocando choques que dejaron al menos 240 heridos, 80 de ellos policías.

Los activistas pedían la dimisión de altos cargos del Gobierno, pero, por el momento, solo ha renunciado Irakli Kobajidze, el presidente de la Cámara.

Moscú calificó los hechos de provocación de los radicales y de golpe a la credibilidad de Georgia, mientras la presidenta georgiana, Salome Zurabishvili, tachaba a Rusia de enemigo, lo que evidencia las peculiares relaciones entre ambos estados desde la guerra de 2008. Rusia es el mayor socio comercial de Georgia, gracias a sus exportaciones, importaciones y al turismo, pero no mantienen relaciones diplomáticas. Este incidente no parece que vaya a ayudar a mejorar esta situación.