Raimundo Fitero
DE REOJO

El pan

Desde pasado mañana el pan estará regulado. ¿Sube, baja, se mantiene? Depende. Lo que se va a intentar regular es la estafa continuada, a partir de ahora se debe certificar de manera fehaciente los contenidos de cada barra, hogaza, paquete o fragmento. Se deben titular los envoltorios que contengan panes industriales de manera clara y con todos los ingredientes en el mismo rango tipográfico. Se busca mejorar la salud general, para que se utilicen harinas integrales de verdad, de los cereales que se anuncian, no con mezclas con porcentajes que se convierten en un tratado de magia. De momento lo de la sal no va a se determinante, ya llegará, pero lo de los azúcares se van a controlar de manera más exhaustiva.

Todo lo anterior parece un folleto propagandístico de los ministerios que tomaron la decisión de empezar a regular algo que es esencial, aunque haya bajado de manera significativa el consumo de pan, pero se pretende que se coma mejor pan, lo que probablemente ayudará a la reconciliación con ese alimento básico, ya que mucho de lo que se compra en grandes  y pequeñas superficies a un precio exageradamente barato debe ser muy poco saludable, además de ser insufrible a las pocas horas de haberlo comprado. En estos calores, uno recuerda que cuando vivíamos en blanco y negro tirando a gris, el gobierno franquista subía el precio del pan en verano. Cuando las vacaciones. Esta regulación parece estar a favor del consumidor. Veremos.

¿En algún debate electoral, en alguna tertulia del show político, se plantean asuntos de esta importancia para toda la población? No lo recuerdo. Por el pan se han hecho guerras, revoluciones. Hoy parece un elemento controvertido en nuestra alimentación, pero forma parte de nuestra cultura. Y no puede estar en manos sólo de los mercados.