Iker BIZKARGUENAGA
BILBO
Interview
IBON MEñIKA
ENCAUSADO EN EL MACROSUMARIO 11/13

«La Audiencia no puede marcar la iniciativa ni el relato de este país»

Ibon Meñika vivió en primera persona el primer macrojuicio basado en la teoría del «todo es ETA» y le ha tocado sufrir el último, que se ha saldado con un acuerdo. Lo sitúa en un deseo colectivo de romper esquemas del pasado y abrir la puerta a otro futuro.

¿Cómo valoran el acuerdo?

Nuestra voluntad ha sido desde el inicio hacer una contribución colectiva a la solución de problemas enquistados en nuestro país, haciendo hincapié en la situación de las personas presas y exiliadas. El modo en que se ha resuelto el juicio lo hemos planteado en esa perspectiva: que todo aquello que hiciésemos contribuyese a la superación de estrategias represivas que nos ataban a un pasado que la sociedad vasca quiere superar, y a la apuesta por seguir avanzando. Muchas veces este tipo de decisiones son complejas, pero lo hemos afrontado con serenidad y con responsabilidad, y creyendo que también puede contribuir a que las personas presas y exiliadas tengan una vía de solución, que a día de hoy desgraciadamente no se ha dado.

Ese acuerdo supone que 45 personas no entréis en prisión, pero sí deberán hacerlo Arantza Zulueta y Jon Enparantza. ¿Ha sido difícil tomar esa decisión?

Por supuesto. Nuestra máxima siempre ha sido que 47 personas no incrementáramos el número de presas y presos, y es evidente que ese reto no lo hemos conseguido plenamente. Tenemos que subrayar la iniciativa y la disposición de estas dos personas. Un día ya es demasiado en la cárcel. Ellos lo han vivido anteriormente, y cuando has vivido lo que es la prisión, mentalizarte para volver es muy duro.

Si no hubiera habido acuerdo y sí una condena general, además del quebranto personal, ¿qué habría supuesto para Euskal Herria que medio centenar de personas fueran encarceladas ahora de golpe y porrazo?

El análisis que hemos realizado ha ido encaminado en esa línea. Parece que cuando haces este tipo de acuerdos buscas una salida individual, o colectiva pero que estás buscando tu solución, y lo que nosotros hemos expuesto es que lo que no tiene sentido es engrosar las cárceles cuando el reto tiene que ser vaciarlas, y cuando la sociedad vasca está situada en esos términos de búsqueda de soluciones. Desde el primer momento hemos dicho que este juicio no era solo contra 47 personas, que hay un trasfondo político, una intención de que parezca que en este país nada ha cambiado, cuando en verdad este país sí que ha cambiado. El reto es ese: cómo hacemos para que diferentes sensibilidades, espacios y sectores confluyamos para que aquellos sufrimientos que a día de hoy siguen existiendo se superen. Que se acabe un ciclo y este país pueda abrir uno nuevo para poder abordar sus retos políticos y sociales como crea conveniente. Y nosotros ahí hemos intentado hacer una contribución política, personal y colectiva, siendo conscientes de que genera contradicciones y que no es fácil. A nivel interno hemos debatido y hemos reflexionado mucho. Éramos conscientes de que otros juicios habían acabado en términos de acuerdo, y hemos tenido tiempo para abordar esa posible situación. Y tras un debate sosegado hemos tomado una decisión colectiva.

La AVT se felicitaba porque, decía, su tesis había sido aceptada y se fortalecía su relato… ¿Cree que en Euskal Herria ese relato tiene algún recorrido?

Nosotros a la Audiencia Nacional nunca hemos ido en busca de justicia. La Audiencia Nacional es ese tribunal de excepción que durante años ha condicionado muchísimas vidas en este país, y sabemos por experiencia propia que intentar plantear ese tipo de retos en términos de justicia es irreal. Lo que sí nos hemos planteado es que tenemos que mirar a nuestro país, porque somos parte de él y porque como sujetos activos tenemos una responsabilidad. La pregunta que debemos hacernos es si la Audiencia Nacional es el sujeto que marca nuestra memoria, nuestro relato, nuestra iniciativa, o si es la propia sociedad vasca la que tiene que escribirlo. ¿Cuándo va a dejar de marcar las vidas de la ciudadanía vasca? Si situamos el foco en la Audiencia Nacional desenfocamos la reflexión; nosotros siempre hemos situado el foco en nuestro pueblo, y a él nos hemos dirigido. La Audiencia Nacional no puede marcar la iniciativa de este país, aunque lo intente.

Hay quien ha criticado el acuerdo…

Nuestra reflexión la hemos hecho teniendo en cuenta dónde está la gran mayoría de la sociedad vasca. Y a partir de ahí, pensando en cómo contribuir a avanzar en términos de justicia, de solución y de futuro para este país. Cada cual es libre de plantear cualquier tipo de posición alejada de la mayoría social, pero nosotros no vamos a movernos. Cada uno que haga lo que quiera, pero nosotros nos preguntamos constantemente dónde está el sentir de la mayoría de la sociedad vasca, y creemos que está en la necesidad de superar los sufrimientos, de buscar soluciones y de apostar por el futuro. Y desde esa posición, la situación de las personas presas y exiliadas adquiere un respaldo mayoritario, se sitúa en la agenda y lo hace en clave de construcción de país. Apostar por la paz y la convivencia es una apuesta ganadora.

El juicio duró 25 minutos, pero el proceso ha durado seis años. ¿Cómo les ha afectado?

La criminalización, la represión, y las consecuencias de todo este tipo de procedimientos se dan desde el primer día. Condiciona toda tu perspectiva vital, y condiciona a tu entorno más cercano. En este colectivo hay 39 menores que se podían haber convertido en niños y niñas de la mochila, que podían entrar en la ruleta de la dispersión, de la cárcel, de visitar a sus padres y madres tras un cristal, y si como decía antes el reto que tenemos es que aquellos que sufren ahora dejen de hacerlo, contribuir a que otros menores estén igual no creemos que sea bueno.

Y luego, este pueblo está mirando al futuro, y nosotros somos parte del país y conectamos con él. Lo que nos tenemos que plantear es cuál es el legado que vamos a dejar a las siguientes generaciones. Tendremos que dejar un legado de memoria integral, de reconocimiento del sufrimiento padecido por todos y todas, y un legado en el que cualquier iniciativa o ideario político pueda llevarse a cabo de forma democrática, para que esta sociedad aborde sus retos de la mejor forma posible.

Creo que las calles de Bilbo el sábado dijeron eso, dijeron algo que iba más allá del rechazo a este juicio; que los problemas que permanecen abiertos hay que solucionarlos. Y eso significa que hay que poner en marcha de forma urgente una agenda que aborde el regreso a casa de las personas presas y exiliadas, que toda iniciativa política, social e institucional debe estar encaminada a ello, y a la construcción de un futuro en el que las siguientes generaciones puedan materializar sus ansias de libertad de forma democrática.

Tenemos que profundizar en la activación social y en la búsqueda de elementos comunes, ya que esa forma de actuar conecta con Euskal Herria y construye un país mejor. Hoy el reto principal es vaciar las cárceles, es tiempo de vaciar las cárceles.

Sufrió hace quince años el juicio que abrió la lista de macrosumarios y ha vivido el último. ¿Qué balance hace de ellos?

De ahí ha salido mucho sufrimiento, pero no les ha valido para el objetivo que buscaban. La sociedad vasca ha superado esas estrategias represivas, con sufrimiento, pero las ha superado. A nivel personal, situarte otra vez ante esta realidad te lleva a un déjà vu permanente, es el día de la marmota. Quince años después estoy en el mismo lugar, siendo juzgado casi por el mismo tribunal, y en base a la misma tesis judicial y policial, el «todo es ETA». Esto enfatiza nuestra responsabilidad para que esta fase se supere. Pero la pregunta que tendría que hacerse otro tipo de instancias es: ¿Qué han conseguido con esto? Yo hoy tengo el mismo pensamiento político que tenía hace quince años, esas convicciones las tengo todavía firmes. Con todo lo que hemos sufrido, las ansias de libertad de este pueblo cada día están más asentadas.

En los últimos meses han recibido la solidaridad de muchísima gente, ¿dónde van a invertir todo ese respaldo?

Esa solidaridad existía antes de nuestro juicio y existirá después también. Nosotros hemos sido una especie de puente, pero no somos tan importantes. Este país tiene la capacidad de reaccionar social y políticamente para afrontar situaciones tan injustas como la que suponía este procedimiento judicial. Nuestra responsabilidad ahora es seguir trabajando para que la cuestión de las personas presas y exiliadas se resuelva, y para que esa activación social se mantenga de forma constante. Lo que hemos conseguido es que 47 personas sigamos contribuyendo a esa línea. Toda la solidaridad personal, política y económica la vamos a invertir en lograr que las personas presas y exiliadas regresen a casa.