GARA
Buenos aires

Más de 40 de cárcel para dos curas argentinos por abusos sexuales de menores sordos

La Justicia argentina impuso el lunes penas de 42 y 45 años de prisión a los sacerdotes Nicolás Corradi y Horacio Corbacho, respectivamente, por abusar sexualmente de alumnos menores de edad con discapacidad auditiva en un instituto de la provincia de Mendoza.

Dos sacerdotes han sido condenados a más de 40 años de prisión por abusos sexuales y violación de menores sordos en el Instituto de Enseñanza Próvolo, de Mendoza, un caso que ha sacudido a la Iglesia católica en Argentina. Las víctimas fueron niños, niñas y adolescentes de entre 4 y 17 años de edad.

El cura argentino Horacio Corbacho (59 años) fue sentenciado a 45 años de cárcel y el italiano Nicola Corradi (83), a 42. También fue condenado a 18 años de prisión el jardinero del centro, Armando Gómez, por «abuso sexual con acceso carnal».

Los tres fueron declarados culpables de diversos delitos sexuales, con diversos agravantes por tener a su cargo a los menores, en un total de 25 casos sucedidos en el Instituto Antonio Próvolo entre 2004 y 2016.

La investigación comenzó a finales de 2016, cuando un exalumno –que hoy tiene 19 años– del instituto ubicado en Luján de Cuyo y cerrado desde diciembre de ese año, denunció haber sufrido abusos por parte de Corbacho cuando tenía 5 años.

En esta misma causa, el año pasado fue condenado a diez años de cárcel el exmonaguillo Jorge Bordón, quien confesó ser autor de once abusos.

El instituto Próvolo tiene una sede en Verona (Italia), donde en 2009 un grupo de 67 exalumnos denunció abusos por parte de varios sacerdotes, entre los que se hallaba Corradi, según testimonios como el de Ana Franchetto, quien afirmó que ese cura le «arruinó la vida».

En el caso argentino hay también imputadas dos monjas, en arresto domiciliario, por el encubrimiento de los abusos sexuales, que serán juzgadas en piezas separadas. Una víctima dijo que una de ellas, Kosaka Kumiko, le puso el pañal tras ser violada por Corbacho para ocultarlo, lo que la convierte en presunta cómplice del abuso.

Víctimas, amigos y familiares y celebraron la sentencia con abrazos y los brazos en alto. Muchos llevaban pañuelos naranja, con los que se exige la separación de la Iglesia del Estado.

Sergio Salinas, abogado de la acusación, expresó su satisfacción, pero lamentó «el sabor amargo de que va a haber impunidad en algunos casos», ya que, dijo, otros casos no puedan avanzar debido a que la Iglesia «sigue ocultando pruebas, no contesta a los pedidos de información de la Fiscalía».

Por el caso del instituto Próvolo hay 14 imputados más repartidos en dos causas que aún no han comenzado.