Dabid LAZKANOITURBURU

El «impeachment» no hace mella de momento en un Trump «a la carga»

Con motivo del juicio político en su contra, el presidente de EEUU ha logrado galvanizar a todo el partido republicano con la idea-fuerza de que los demócratas pretenden lo que no ganaron «ni ganarán» en las urnas. Estrategia que, unida a los buenos datos macroeconómicos –un desempleo bajo mínimos históricos–, sonríe al magnate Trump.

A menos de 11 meses de las presidenciales, el magnate estadounidense ha hallado una forma de afrontar el impeachment, y ha decidido hacerlo bajo el efecto combinado de una estrategia de defensa muy agresiva y buenos datos macroeconómicos.

Abuso de poder y obstrucción al Congreso de EEUU: las acusaciones presentadas contra el 45º presidente son graves.

Pero la ecuación política es tal que podría pasar por encima sin problemas. Le bastaría con salir en bloque con toda la bancada republicana, rechazar toda comparecencia en el proceso de juicio político e intentar reducirlo a una simple operación partidista: la estrategia está servida y ya ha comenzado a rendir frutos.

En una América ultrapolarizada en la que las líneas de fractura están totalmente estancadas, los hechos de los que se acusa a Trump (chantajear a Ucrania para que investigara a su rival Joe Biden) suscitan indignación en el campo demócrata pero el proceso de «impeachment» agrupa a la base electoral de Trump y los electos del Old Party republicano le siguen como un solo hombre. Bloque contra bloque.

Sin enredarse al detalle de las acusaciones, los republicanos martillean con un argumento: los demócratas intentan violentar el mandato de las urnas. David Axerold, quien fuera consejero de Barack Obama, advierte de que «argumentar que el procedimiento de acusación es inválido porque pondría en duda el voto del pueblo implica llegar a la conclusión de que el proceso de «impeachment», inscrito en la Constitución, es nulo ¡porque todos los presidentes han sido elegidos por el pueblo!».

Si esta argumento, consistente en provocar el descrédito de las instituciones, a comenzar por el Congreso, podría ser demoledor a largo plazo para el sistema, se revela, de momento, productivo para Trump.

La Cámara de Representantes, de mayoría demócrata, tenía previsto votar ayer en comisión judicial el acta de acusación. Salvo sorpresa mayúscula, votará a partir de la semana próxima en pleno la destitución del presidente Trump.

En semanas, el Senado, con una mayoría republicana de 53 escaños, rechazará su condena, que precisaría de 60 votos favorables de un total de 100. El líder de los senadores republicanos, Mitch McConnel, anunció ayer que el proceso de impeachment será la prioridad en enero del Senado.

McConnell reprochó a los demócratas «precipitación al haber presentado el acta de acusación menos minuciosa y más injusta de la historia moderna».

El jefe de la bancada mayoritaria en el Senado prometió que «si la Cámara (de Representantes) persiste en su camino destructivo y nos envía los artículos del acta de acusación, el Senado los estudiará con el nuevo año y procederá a un proceso equitativo».

El desempleo, bajo mínimos

Trump denunció en una catarata de tuits «la vergüenza de una acusación a partir de la nada», la «caza de brujas» y anunció que «nunca ha habido semejante entusiasmo en el seno de los republicanos».

De rondón, no se olvidó de colar un cuarto mensaje en el que reivindicó los buenos resultados macroeconómicos de la todavía primera potencia mundial.

Las últimas cifras, publicadas el pasado viernes, le dan la razón: 266.000 nuevos empleos en noviembre, muy por encima de las previsiones de los economistas. En un 3,5%, la tasa de desempleo es la más baja desde el año 1969.

El espectro de una recesión, evocado hace meses, se aleja, pese a que el crecimiento se desacelera desde principios de año.

Según el último sondeo Gallup, el 55% de los estadounidenses estima que la situación económica es «excelente» o «buena». Un consenso en la política en EEUU asegura que si la economía va bien, el presidente saliente es reelegido.

¿Esta simple regla se aplicará igualmente a Trump, un presidente a todas luces atípico?. Nadie lo sabe, pero está claro que, de momento, ha servido para galvanizar a los republicanos tras él incluso –esperan– en los Estados clave donde se volverá a jugar la presidencia.

La única sombra es la incertidumbre sobre los efectos de la guerra comercial decretada por Trump contra China.

Lavrov niega que trump le hablara de injerencia

El ministro ruso de Exteriores, Serguei Lavrov, recibido el martes en la Casa Blanca, desmintió las afirmaciones de Trump, quien aseguró que le habría reconvenido sobre una eventual nueva injerencia de Moscú en las presidenciales. «De hecho, no hemos hablado nada de elecciones», aseguró el jefe de la diplomacia rusa. Lo que está claro es que esta cuestión sigue siendo un obstáculo para el acercamiento con Rusia que defiende Trump desde que llegó a la Casa Blanca. Por de pronto, los medios no fueron invitados a la reunión en el Despacho Oval, donde en 2017 se vio a un Trump sonriente recibiendo al mismo Lavrov.

Jim WATSON | AFP