Amparo Lasheras
Periodista
AZKEN PUNTUA

Tras un sinfín de palabras

Hoy no tendría que estar aquí. No tendría que estar frente al ordenador, mirando por la ventana mientras pienso cómo comenzar esta columna. En realidad, debería de estar camino de Sevilla y mañana llegar a la cárcel de Morón para visitar a Roberto y Maca. Pero esta maldita pandemia del coronavirus nos ha interrumpido la vida. A mí me ha dejado varada en medio de un shock colectivo que recuerda la teoría de Naomi Klein y el uso social que del miedo acostumbran hacer los poderosos y, a ellos, en un doble confinamiento, el cual conocen muy bien, porque forma parte de esa violencia constante y sigilosa que es la política penitenciaria. La visita de hoy se me hacía especialmente ilusionante. Desde la última vez que les vi ha pasado casi una década. En estos años, el tiempo se ha movido deprisa. No ha cesado de traer y llevar de un lado a otro de este país trozos de sueños y amistad, de pérdidas y esperas, de luchas y nostalgias, en definitiva de todo aquello que da forma a la vida y cabe tras un cristal, en una conversación que tiene los minutos contados y solo pretende relatar, como si fueran remiendos, las vivencias de un pueblo entero. Hoy tendría que estar en la cárcel de Morón visitando a Roberto y Maca, pero estoy aquí, metida en esta columna, imaginando que es una conversación tras el cristal de un sinfín de palabras.