Gloria Rekarte
Expresa
AZKEN PUNTUA

Ahora que sabemos

Ahora sabemos algo más de lo que son los días entre unas cuantas paredes. De la mirada que no alcanza otro horizonte que el edificio de enfrente. Ahora sabemos de la inquietud de no poder vernos; del desasosiego de no poder abrazar, de no poder estar. De no poder. Ahora conocemos –y ha sido muy duro– el dolor de no poder acercarnos a quien más queremos cuando más lo necesita. El de la ausencia definitiva, cuando no ha sido posible una caricia de despedida. La distancia, cuando se vuelve insalvable. Profesionales y psicólogos saben también que lo que estamos viviendo nos pasará factura y hasta los medios se hacen eco de consejos y sugerencias para aliviar las secuelas. Ahora es más fácil imaginar –siquiera imaginar– los días no entre unas cuantas, sino entre cuatro paredes. No durante cuarenta días, sino durante muchos años. Imaginar el dolor de las despedidas vetadas, las caricias prohibidas, los abrazos suspendidos. De un no poder constante, permanente. Es más fácil imaginar las consecuencias y las secuelas no de un confinamiento que ya va tocando fondo, sino del aislamiento indefinido, aún más brutal que todo lo que podemos imaginar. Y tal vez, cuando salgamos de esta, la experiencia nos ayude a no olvidar lo que significa, a tomar conciencia de su alcance. A no darle la espalda, a ser menos indulgentes. Menos indiferentes.