Raimundo Fitero
DE REOJO

Descifrar

Unos cifran y otros descifran. Unos vierten cifras como si fueran soles y leyes divinas y otro descifran dogmas y tablas de la ley. En esta pandemia hemos aprendido muy pocas cosas, unas las sabíamos desde que la palabra urna no era un pecado ni un testimonio, cuando en los primeros escrutinios ante las mismas cifras oficiales, todos los optantes convertían aproximaciones matemáticas y porcentuales en ascuas que arrimaban y socarraban las sardinas electorales. Pero cuando las cifras que se refieren a infectados o muertos por la covid-19 hay que descifrarlas, interpretarlas, convertirlas en argumentos para un roto o un descosido, hemos entrado en un estado de relativismo atroz con mascarilla.

Un titular de ayer de este diario nos decía que Euskal Herria había superado la barrera de los dos mil fallecidos por el bicho. ¿Cómo debemos asimilar esa cifra? Si debemos compararla para entenderla mejor, ¿dónde miramos? En Suecia, que para tantas cosas es un ejemplo, sus discutibles decisiones no limitando movilidad, ni optando por el confinamiento, lo convierte en el país con el porcentaje de infectados más alto, y a la cola de todas las estadísticas de sus hermanos escandinavos. Ahora estamos viendo que en Brasil se superan los mil muertos diarios. En USA ni se sabe y en Rusia se bebe vodka, pero no se habla de este asunto.

Por eso, cuando se sabe que el gobierno de China va a confinar a más cien millones de chinos porque ha detectado una cincuentena larga de infectados en varias provincias del noroeste, dos de ellas fronterizas con Rusia y ha puesto en marcha todas las alarmas, es cuando debemos volver a descifrar todos los discursos. Y si hay dudas, volver a dudar un poco más. Dos mil me parece una cifra insufrible, y los dos desaparecidos de Zaldibar la irresponsabilidad más vomitiva.