Raimundo Fitero
DE REOJO

Los verdes

El color del dinero siempre ha formado parte de la concepción cromática del mundo. Por eso, cuando escucho o leo que «los verdes» han ganado en tal ciudad francesa, quedo colapsado. ¿No es lo de siempre, el dinero ayuda a ganar y perder elecciones? Los dólares son verdes, los billetes de mil pesetas eran verdes, los billetes de doscientos euros son verdes. Abro las ventanillas de mi consciencia veraniega y me doy cuenta de que Macron, el sin partido, está en plena recesión y caída libre, que los partidos con denominación de origen, de tradición o de nueva formulación han vuelto, al menos en Francia, porque en Galicia va a ganar un señor que en su cartelería y demás material de identificación esconde de manera vergonzante las siglas de la banda de Casado, ese indocumentado que vive en régimen de cesantía política. 

Los verdes es una idea política. Pero qué son, ¿un partido, un movimiento, una congregación de veganos y samaritanos? En Alemania los verdes han estado influenciando muchos gobiernos, tiene una tradición de poder, además de ser una suerte de pepito grillo parlamentario. ¿Existen verdes en nuestro entorno? Me vienen a la cabeza los marcianos, y de ellos y ellas los veo ahora más cercanos a las opciones fascistoides que a una manera de entender la economía y la organización social y laboral de nuestra sociedad más allá de los criterios productivistas y consumistas del capitalismo en todas sus tonalidades.

Pero han ganado los verdes ciudades importantes y han contribuido a que se mantengan gobiernos de progreso, en el sentido verde del término, entonces, nos volveremos un poco lorquianos y cantaremos al verde que te quiero verde, rogando a todos nuestros coetáneos que no consumamos todo este siglo sin saber la diferencia entre verdes, ecologistas, situacionistas y oportunistas.