Asombrado opto por hacer un análisis holístico de los resultados electorales. Hay un Todo muy distinto a la suma de las partes. Escuchar al acordeonista Iturgaiz forma parte de las prácticas de integración que se vive en los partidos políticos para premiar no solo la mediocridad, sino la incapacidad manifiesta. No está bien diagnosticado.

Preguntaba desde aquí sobre el beneficio de la abstención. Miren los resultados y sabrán. Con menos votos que elecciones anteriores, consiguen algunos más parlamentarios. EH Bildu es la única opción que ha aumentado en número de votos. Y siempre quedará Araba para los residuos de extrema derecha. Por cierto, la parlamentaria de Vox tiene dos armerías. Por si había alguna duda.

Las noches electorales son siempre un placer para los cómicos y los fanáticos. Comparar Galicia y País Vasco se convirtió en un juego estremecedor. Una mayoría absoluta de Feijóo, que ocultó las siglas del PP y se negó a ir en coalición con Ciudadanos que no aportaba nada. El crecimiento espectacular del BNG junto un partido socialista anodino y la desaparición de todas las mareantes marcas que Pablo Iglesias ha ido dinamitando para convertir Podemos en un exclusivo negocio familiar. 

Lo del PNV es la consagración del pragmatismo y el hechizo de la sosería. La moderación del criador de algas en ríos secos. Urkullu tiene semblante de enterrador de ilusiones. Pero tiene un subconsciente bien construido y repitió hasta la saciedad lo que había pensado al conocer los resultados: manos a la obra. Exacto, en ello están, más autovías innecesarias, los obsoletos trenes de alta velocidad, las incineradoras que si sucede algo serán privadas y así. Desde lo holístico el resultado es de asustar, aunque alguna parte tenga un punto esperanzador. En el oasis huele mal.