Belén Martínez
Analista social
AZKEN PUNTUA

¿Techo de algodón rosa?

Las feministas no han cesado de combatir las resistencias y reacción patriarcales. A pesar de las tensiones, acuerdos y desacuerdos entre los diferentes feminismos, nos hemos respetado. La emergencia del feminismo interseccional y decolonial nos ha interpelado desde «las periferias». De los encuentros y desencuentros todas hemos aprendido. Y es que, como el viaje a Itaca, hemos «a aprender, a aprender de sus sabias».

Uno de nuestros caballos de batalla es el sistema sexo/género jerarquizante, que produce desigualdades y las legitima, naturalizándolas.

La condición humana es corporal. Es a través de nuestro cuerpo que nos nombramos, reconocemos e identificamos. Nuestro cuerpo es memoria viva de una historia personal y colectiva. Nuestros cuerpos nuestras vidas, decían las mujeres de Boston. Dividir a los seres humanos entre personas trans y personas no trans o cis es el penúltimo intento de proclamar que la mujer ha muerto, y con ella nuestra hermana outsider. Invisibilizarnos en nombre de la diversidad y la inclusión.

¿Acaso somos cíborgs con sangrado menstrual? ¿Tenemos que hablar de seres humanos con vulva y clítoris? ¿Es el fin del mundo de la dominación masculina?

Los materiales de construcción de la guía “Somos diversidad” tienen obsolescencia programada.