Amaia U. LASAGABASTER
EIBAR
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La temporada más complicada también se cierra con final feliz

naiz_2020_eibar-01
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El Eibar acaba la temporada con buena nota, gracias a la permanencia que se aseguraba a tres jornadas del final. Pocos peros, por tanto, aunque José Luis Mendilibar ha insistido estos últimos días en que los árboles no deberían tapar el bosque de un curso que ha tenido sombras.

Tampoco demasiadas, partiendo de la base de que para los azulgranas no puede haber más exigencia que el esfuerzo y más objetivo real que la salvación. Y que la sensación de angustia casi permanente se ha debido a la irregularidad del equipo, sí, pero también a las «malas» costumbres que ha ido adquiriendo en temporadas anteriores, en las que casi siempre ha cruzado la meta con mucha o como mínimo bastante holgura. Los éxitos se cobran su factura, tanto poniendo en el escaparate futbolistas que habitualmente acaban haciendo las maletas y por lo tanto debilitando al equipo, como elevando la exigencia para convertir lo excepcional en cotidiano y empequeñecer logros que siguen encerrando un gran mérito.

Lo cierto es que el Eibar se ha acabado salvando con siete puntos de ventaja sobre un descenso que no ha estado tan barato se preveía. Los 35 puntos que ha conseguido el Leganés, sin ir más lejos, le habrían bastado en dos de las cinco últimas temporadas. Pero es que además los azulgranas han tenido margen, mayor o (casi siempre) menor, sobre el descenso, que sólo han pisado entre las jornadas tercera y quinta.

No es casualidad que tocara fondo en el arranque, lastrado por la ausencia de tres jugadores capitales la temporada anterior –Peña, Jordán, Cucurella–, a la que se unió en esas primeras jornadas las de Cote, lesionado. El equipo se recompuso, al menos lo justo para sacar la cabeza del agujero, y así ha aguantado todo el curso hasta la recta final, en la que su rendimiento ha mejorado de forma tan sorprendente como notable.

Para lo que sucedió antes del parón hay muchos motivos. La edad creciente, y sus consecuencias, de futbolistas importantes; la pobre respuesta, con suerte cuestión de tiempo, de las incorporaciones que no han podido hacer olvidar a los «ex»; o la miopía de los delanteros, que ha convertido a esta en la campaña menos goleadora, con diferencia, desde que Mendilibar se sienta en el banquillo. El dato agrava su relevancia al recordar que el máximo goleador y principal «agitador» del equipo, Fabián Orellana, ya no está.

El equipo ha acabado sobreviviendo sin el chileno, aunque su aportación a la espectacular reacción que ha protagonizado el equipo tras el parón es indiscutible. La de toda la plantilla, en realidad, cuya profesionalidad, sobre todo la de los que menos habían contado hasta entonces, para regresar del confinamiento en una forma mental y física óptima pese a su complicado panorama ha sido, sin duda, lo mejor de la temporada.

 

Ramis se queda solo en la «operación salida»

El Eibar va a cambiar mucho en las ocho semanas que faltan para el arranque de la 20/21, que el club quiere afrontar con una plantilla rejuvenecida. Esa era la intención de los dirigentes armeros hasta que el coronavirus puso el mundo patas arriba. Con un mercado que se presenta incierto, los planes pueden cambiar. De hecho la lista de bajas que habitualmente facilita el Eibar el día posterior al final de Liga se limitó a un nombre que se daba por seguro: el de Iván Ramis que, inédito desde noviembre por lesión, se marcha tras cinco temporadas en el Eibar.

Se esperaba ver en esa nota los nombres de Pedro León, Charles y De Blasis –sigue sin resolverse la incógnita respecto a Cristóforo, cedido por la Fiorentina–, a los que no se había ofrecido la renovación antes del parón y que después firmaron para jugar estas tres semanas de julio. Pero de momento hay silencio, con lo que las únicas bajas confirmadas son las de Ramis y las ya consumadas de Orellana y Escalante. A.U.L.