Koldo Campos
Escritor
AZKEN PUNTUA

Haizea y la guitarra

Más que un encuentro su relación fue un encontronazo, una relación cargada de altibajos y con tendencia a la baja. En el descenso de una tarde, precisamente, de regreso a casa, cuando dormitaban Haizea y su guitarra en el asiento trasero del coche, la guitarra cambió bruscamente de posición en una curva y su clavijero fue a impactar contra la ceja durmiente de Haizea. Un punto de sutura se ganaría Haizea y un mes de olvido la guitarra.

No son formas de despertar y, según testigos, Haizea rompió a llorar inconsolable. Al volante, su madre le pedía a Itxaso, dos años más que Haizea haciendo de copiloto, que comprobara qué le pasaba a su hermana, por qué lloraba. A Itxaso le sobró tiempo para hacerse una idea de lo ocurrido y rendir un preciso informe: «La guitarra se ha caído y le ha golpeado en el ojo. Tiene sangre».

Ahí fue que Urra empezó a buscar nerviosa una salida en la carretera que le permitiera aparcar y ahí fue, también, que Haizea se enteró de que tenía sangre. Rápidamente sacó su móvil a tiempo de confirmar que una roja gota se deslizaba por su mejilla buscando el mentón y, de inmediato, como si le hubieran dado esa orden, dejó de llorar. Ni un sollozo, ni una queja, nada. Ni siquiera un gemido. Hasta que se hizo un selfi al ojo y otro a la cara y, entonces sí, retomó el llanto como si empezara.

(Preso politikoak aske)