Carlos GIL
Analista cultural

Género

Desde hace décadas, en los pocos y aleatorios estudios de públicos en el ámbito de la Cultura y más específicamente en las artes escénicas, se viene constatando que son las mujeres las que acuden regularmente a las programaciones de cine, música, teatro y danza, que visitan con asiduidad los museos, que son lectoras habituales y, sin embargo, en el sistema actual de producción, exhibición y gestión, no se corresponde esta proporcionalidad con los cargos de alta responsabilidad. Y eso que vamos mejorando. Y mucho.

Las decisiones en muchos de los lugares donde se decide qué se hace, qué se ayuda, qué gira, se toman por grupos de supuestos especialistas en su mayoría varones. La cuestión del género no se debería entender por una simple operación aritmética, sino que se debería plasmar de una manera más evidente en los propios contenidos. Incluso desde un punto de vista comercial, si son más las consumidoras de bienes culturales, se deberían tratar asuntos que estuvieran presididos por esa influencia en aquello que interesa de manera más específica a las mujeres.  Quizás sea difícil señalar de manera certera qué forma parte de manera inequívoca del interés general y cómo se debe canalizar en su forma artística precisa, pero si en la sociedad el soplo libertador feminista incide cada vez más en todos los órdenes, los escenarios deberían dar cuenta de esta realidad en la proporción adecuada.