M.I.
LITTLE MONSTERS

Me pareció ver un lindo muertito viviente

Si alguien pensaba que ya no quedaba ningún género cinematográfico que poder cruzar con el terror zombi se equivoca, porque al australiano Abe Forsythe se le ha ocurrido combinar muertos vivientes y comedia escolar con unos sorprendentes resultados, tal como recogían las crónicas del festival de Sundance, que hablaban de un planteamiento ciertamente original con un difícil equilibrio entre la parodia terrorífica de estética gore y el humor blanco que protagonizan el grupo de niños y niñas de un jardín de infancia.

El alumnado de la guardería se marcha de excursión a una granja-zoo llamada Pleasant Valley, cerca de la cual hay una base militar estadounidense donde llevan a cabo experimentos científicos secretos, con el consiguiente peligro potencial, que no tardará en desatarse. Hay un chico que malvive tocando su guitarra en la calle y es víctima de los malos tiempos que corren para el rock, por lo que ha de cuidar a su sobrino a cambio de alojamiento en casa de su hermana. Cuando va a recoger al niño al cole descubre a su maestra, una cantarina docente cristiana de la que se anamora, así que se une a la acampada que terminará en calse de supervivencia.