Raimundo Fitero
DE REOJO

Los métodos

La realidad me hace recurrir a un clásico en este txoko. Un policía es un policía. Todas las policías del mundo usan la violencia de manera desproporcionada. Son sus métodos, es su escuela, son las consignas que reciben. La internacional de la porra se entrena con métodos muy testados que se implementan según características propias en cada escuela, escudo o filiación. La selección de los individuos que acceden a esos cuerpos se hace con experiencias sicológicas muy bien trabajadas durante siglos. Después se les proporciona herramientas, apoyo judicial, reglamentos y dispositivos para que, a través de sus comportamientos individuales bien entrenados y los despliegues colectivos, quede claro que el monopolio de la violencia es patrimonio de los bancos, los ricos y sus capataces elegidos en las urnas.

Así que un policía, un policía es, aquí, en Bogotá, en las calles de los estados de la Unión o en Miranda de Ebro. Que los métodos para reducir a los ciudadanos son todos de escuela, que poner la rodilla en el cuello de una persona no es un exceso, sino cumplir con lo que se les han enseñado y esa violencia se retroalimenta con el odio racial o ideológico. O el consumo de alcaloides diversos. Las imágenes de esos dos policías colombianos abusando de manera nauseabunda de su poderío frente a un abogado que no ofrece resistencia, que les dice, «ya basta señor agente» y que con saña le aplican la porra eléctrica hasta que fallece. Esa muerte ha provocado manifestaciones y más muertos, siempre del lado de los civiles.

En Miranda sucedió el mismo abuso de poder con un chaval porque llevaba la mascarilla mal puesta, sin consecuencias tan graves. Es una constante. Fruto de los métodos de entrenamiento, el rellenar unos cerebros vacíos con consignas violentas y odio. Y sucede en todos los lugares, porque la policía, policía es.