V.E.
EL OLVIDO QUE SEREMOS

Perderse en Medellín

Uno de los clanes más influyentes de la cinematografía española (Fernando Trueba en la dirección y su hermano David en labores de escritura de guion) se va a Colombia para abordar, desde su propio medio, la vida, obra y milagros de una estirpe igualmente fundamental en dicho país latinoamericano. El resultado, ya se puede decir, es una película casera, en el peor de los sentidos.

Se trata de una adaptación del best-seller de prestigio de mismo título, escrito por Héctor Abad Faciolince, y dedicado a la memoria de su padre, Héctor Abad Gómez, reputado doctor e incansable activista por los derechos humanos que fue asesinado en 1987, en el contexto de un Medellín extremamente polarizado. A dicho hombre lo encarna un Javier Cámara que claramente se lo pasa pipa imitando el acento y las maneras colombianas. Pero esto es una especie de oasis en un conjunto que a lo largo de dos horas y cuarto tiene el dudoso mérito de tomar todas las malas decisiones posibles. A nivel de puesta en escena, de montaje, de escritura, de dirección de actores, de modulación emocional, de uso de los efectos diegéticos, de gestión de la narración... Todo es confuso, errático o, directamente, incorrecto. Todo rezuma una preocupante frivolización y falta de implicación con las causas del buen doctor. En suma, es un desastre tan inapelable, que solo podría salvarse como posible objeto de culto futuro.