GARA
WASHINGTON
ELECCIONES PRESIDENCIALES EN ESTADOS UNIDOS

Trump y Biden afirman estar seguros de una «gran victoria»

A pesar de la incertidumbre por el resultado con que se llegó a la jornada de votación en las elecciones presidenciales en EEUU, tanto el candidato demócrata, Joe Biden, como el republicano, Donald Trump, afirmaron estar seguros de «una gran victoria». Con la atención puesta sobre todo en Florida, un recuento complicado abriría nuevas incógnitas.

Los cinco electores de Dixville Notch, un pueblo de doce habitantes perdido en los bosques de Nuevo Hampshire, en el noreste de EEUU, fueron quienes dieron comienzo a la votación presencial, a medianoche del martes, votando por unanimidad por el candidato demócrata, Joe Biden, en una tradición de ser «los primeros del país» que data de 1960.

En el mismo Estado, el pueblo de Millsfield comparte esta costumbre y la de ser los primeros en anunciar el resultado. Allí fue el presidente, Donald Trump, con 16 votos frente a los cinco logrados por Biden, el que ganó la votación. Dos resultados que avanzaban la división del país y la incertidumbre sobre el resultado nacional con la que se vivió la jornada.

Pero no fueron los primeros en votar. Más de cien de los 240 millones de electores inscritos lo había hecho ya de forma anticipada y, de ellos, 64,8 millones optaron por enviar su voto por correo.

Esta cifra representa más de un 72% de los votos de 2016 –cuando solo votó un 55 % del censo–, según los datos recopilados por U.S. Elections Project de la Universidad de Florida. Los estados de Connecticut, Indiana, Kentucky, Maine, New Hampshire, Nueva Jersey, Nueva York y Virginia comenzaron a las 06.00, una apertura escalonada de los colegios según los nueve husos horarios del país.

La acumulación récord de votos por correo, que en algunos estados pueden llegar aún en los próximos días, puede complicar el recuento o incluso retrasar el anuncio de un ganador si el resultado es ajustado.

«Los electores tienen derecho de conocer el ganador» el día de la elección, exigió ayer Trump añadiendo más sombras a las jornadas poselectorales. «Tan pronto como terminen las elecciones, nuestros abogados estarán listos», había advertido previamente. Trump aseguraba tener una «muy sólida posibilidad de ganar» y continuar cuatro años más en la Casa Blanca. «Creo que lo vamos a ganar todo, mañana será una de las mayores victorias en la historia de la política», insistió.

En una entrevista en Fox News, el presidente también parecía querer moderar una de las grandes preocupaciones de la jornada, si podría declarar la victoria antes del anuncio de los resultados oficiales. Cuando se le preguntó cuándo se declararía ganador, respondió que «solo cuando tengamos una victoria. No hay que hacer castillos en el aire». Pero con Trump, que cuestiona la fiabilidad del voto por correo y sostiene que existe posibilidad de fraude, nunca se acaba de despejar totalmente la duda de cuándo considerara que tiene su «victoria».

Armado con su innegable energía en los mítines, el multimillonario ha multiplicado sus actos electorales en los últimos días en una campaña de notable agresividad, y confía en el ardor de sus seguidores para dar la sorpresa, como en 2016.

Favorito de las encuestas desde hace meses, Joe Biden confía en el rechazo que suscita su rival entre gran parte del electorado. «Tengo la sensación de que nos dirigimos hacia una gran victoria, una victoria a lo grande», aseguró el lunes,

Todos los ojos se fijan hoy en Florida, donde Biden tiene una pequeña ventaja en los sondeos. Si Trump no gana los 29 votos que aporta en el Colegio Electoral, tendrá casi imposible continuar en la Casa Blanca. El propio Trump lo dijo en su último acto de campaña allí: «Si ganamos Florida, ganamos todo».

De los más de 9 millones de personas inscritas para votar en este estado, un 64% ya lo había hecho por anticipado, casi dos millones más que en 2016.

Durante meses, el presidente ha recurrido al miedo a una «izquierda radical», mientras los demócratas advierten de las consecuencias de un segundo mandato de Trump.

Este clima de polarización, precedido por las protestas antirracistas, y la posibilidad real de que el resultado final tarde días en conocerse, sumado a las continuas declaraciones del inquilino de la Casa Blanca, ha generado preocupación sobre un potencial estallido de violencia.

Edificios y negocios del centro de Washington, Nueva York, Los Angeles, Boston, Chicago, Filadelfia o San Francisco se blindaron instalando en sus ventanales y escaparates paneles de madera, a pesar de que las autoridades aseguraron que no hay «ninguna amenaza específica o creíble».

 

El Acuerdo de París, Israel, Irán o Berlín, pendientes del resultado

Cualquiera que sea el resultado de las elecciones, EEUU abandonará hoy oficialmente el acuerdo climático de París. Aun así, una victoria de Joe Biden podría hacer que la economía más grande del mundo regresara a los acuerdos internacionales contra el calentamiento global. Una reelección de Donald Trump la alejaría de ellos durante cuatro años más y la lucha por el clima pasaría a la iniciativa de estados, municipios y empresas. Desde su llegada a la Casa Blanca, el presidente republicano ha defendido la industria de los combustibles fósiles, cuestionado a los científicos sobre el cambio climático y anulado varias salvaguardas ambientales.

El candidato demócrata ha presentado un plan de 1,7 billones de dólares para que EEUU logre la neutralidad de carbono en 2050. Si gana, Washington tendrá que notificar oficialmente a la ONU su deseo de regresar al Acuerdo de París. Será «la parte fácil», según Andrew Light, asesor medioambiental del expresidente Barack Obama, quien recalca que la primera potencia mundial seguirá «fuera de juego» en la conferencia internacional sobre el clima COP26, en diciembre. Incluso si EEUU volviera a subirse rápidamente al tren, su credibilidad ya ha quedado cuestionada. El gas natural todavía representa más de un tercio de la producción de energía estadounidense con el aumento de la fracturación hidráulica, un método de extracción de alto costo ambiental que se ha convertido en uno de los caballos de batalla de Trump en la campaña, especialmente en el estado clave de Pensilvania, donde muchos empleos dependen de él. Joe Biden no quiere descuidar los votos en este estado. Dice que ve el gas natural como un «puente» hacia las energías renovables y se ha comprometido a no prohibir totalmente el «fracking».

El posible fin de la agenda unilateral de, republicano tiene también atentos a aliados y enemigos. En Israel, tras cuatro años de estrecha sintonía entre Benjamín Netanyahu y Trump, «muchos políticos no van a dormir esta noche. Van a estar mordiéndose las uñas, esperando ansiosos los resultados de las elecciones (norte)americanas, como si sus destinos personales dependieran de ellas», señalaba la analista Sima Kadmon en “Yediot Aharonot”. Y aseguraba que, de ganar Trump, hay mayor probabilidad de que Netanyahu convoque elecciones anticipadas, en vez de cumplir con el acuerdo de alternancia que tiene con Beny Gantz.

El enemigo de ambos, Irán, desdeñaba el resultado. El líder supremo iraní, Ali Jamenei, aseguró que «no importa quién gane» y que la enemistad con Washington «continuará», aunque su Ministerio de Exteriores matizó que «más que a los resultados, prestaremos atención a las acciones de la Administración estadounidense». El Gobierno alemán, por su parte, la considera una elección «decisiva» y espera un nuevo acuerdo, un «new deal» en su alianza con EEUU.GARA