Ibai AZPARREN
IRUÑEA
Interview
MICHAEL KEATING
POLITÓLOGO

«Para Escocia es difícil seguir en el Reino Unido con un Brexit duro»

Licenciado en la Universidad de Oxford y Doctor por el Glasgow College of Technology, Michael Keating (1950) es un politólogo experto en regionalismo, descentralización y nacionalismo.. Actualmente imparte clases en la Universidad de Aberdeen.

Desde el miércoles hasta el viernes se celebraron en Bilbo unas jornadas sobre resolución de conflictos de soberanía organizadas por Eusko Ikaskuntza y el Institut d'Estudis Catalans, en colaboración con una veintena de entidades vascas, de Catalunya y europeas, en las que participó el politólogo escocés Michael Keating. La entrevista se realizó el mismo miércoles, de forma telemática y horas antes de su conferencia.

Su ponencia va a girar en torno a las naciones y la autodeterminación en el contexto europeo. Es por esto que irremediablemente debo prenguntarle si se va a celebrar un referéndum en Escocia el año que viene.

Hay mayoría en el Parlamento escocés para un referéndum, hay mayoría popular para un referéndum y, según las encuestas, hay mayoría en Escocia para la independencia, más del 50-55%. Pero el Gobierno británico se niega a organizar un nuevo referéndum y, como en España, es necesario su permiso.

¿Pero, si en la primavera del año próximo el SNP logra la mayoría en las elecciones escocesas, no resultaría muy difícil negarlo?

Los resultados serán determinantes, ganen los unionistas o los independentistas. Si ganan estos últimos con mayoría, para ellos será un mandato llevar a cabo un referéndum, y no sabemos cuál será la respuesta del Gobierno británico. Sin embargo, hay un precedente en 2014 y, en contraste con el caso de España, el Parlamento británico siempre ha aceptado el principio de autodeterminación para Escocia.

En Gran Bretaña no hay una constitución formal escrita y por tanto hay una gran flexibilidad, por lo que el acuerdo de Edimburgo fue posible. Sin embargo, la situación ha cambiado con Boris Johnson.

Sí, hay una constitución flexible. Pero, por otra parte, existe una insistencia por parte del Parlamento de Westminster en su soberanía total y absoluta. Aunque este principio sea todavía más fuerte en España, en el caso escocés, si el Gobierno británico dice no, no habrá acuerdo. Tiene todas las cartas en su mano porque no tenemos protecciones constitucionales para la autonomía en Escocia.

¿Y Escocia baraja un referéndum de independencia incluso sin el beneplácito de Londres?

La respuesta del Gobierno británico no sería como la respuesta del Gobierno español a un referéndum en Catalunya. No hay perspectiva de que vaya a haber represión. La perspectiva más probable es que los unionistas boicotearían el referéndum. Sin la participación de los unionistas, pierde toda credibilidad.

Nicola Sturgeon anunció que sopesa la vía judicial para un referéndum «legal». Hasta ahora la vía política era la que predominaba en Gran Bretaña...

Hay división en las filas del partido nacionalista. Por un lado están los que insisten en celebrar un referéndum, aunque sea no vinculante. Y luego hay otros como Nicola Sturgeon, que apuesta por seguir la vía estrictamente constitucionalista. Dependerá de la reacción en Inglaterra, porque allí hay cierta indiferencia hacia Escocia. No hay un unionismo fuerte como en España. Este factor de indiferencia es importante. Incluso en las filas del partido conservador hay un sector que estará contento con la secesión de Escocia, porque Escocia es políticamente de izquierdas y proeuropea. Para ellos, la secesión de Escocia es preferible a la federalización del Reino Unido.

De hecho, tras el referéndum de 2014, usted decía que la mayoría de escoceses apostaba por esa tercera vía. ¿Ha cambiado esta pretensión?

Sí, ahora hay polarización. Hay quienes apoyan la tercera vía como el partido socialdemócrata, que habla de federalismo. Pero hay polarización entre el partido conservador, más unio- nista, proBrexit, y los nacionalistas, proindependencia y proEuropa. Es el Brexit lo que ha complicado esa tercera vía, porque el Gobierno británico quiere un Brexit duro, absoluto, insistente sobre la soberanía total del Reino Unido. En este contexto, es muy difícil para los escoceses seguir siendo parte del Reino Unido fuera de Europa.

Un argumento del unionismo en contra de la independencia era que esta significaría la salida de Escocia de la UE. Sin embargo, ha sido Gran Bretaña quien ha acabado saliendo...

Ese argumento es el más fuerte. Los escoceses quieren permanecer en Europa y son los ingleses los secesionistas, los separatistas. Pero la entrada de Escocia en la Unión Europea no será, en principio, problemática.

¿Puede Europa abrir la puerta a los nuevos estados?

Sí, si se habla del posible ingreso de Bosnia o Serbia… ¿por qué no Escocia? No es como Catalunya, donde al final hubo un proceso unilateral y eso era más difícil para Europa. Pero no habría problemas si se tratara de una secesión pactada.

¿No estamos lejos de la Europa de los pueblos de los años 90?

Claro, esas son ideas utópicas. Pero es posible apalabrar principios para gestionar esta cuestión de la autodeterminación. Principios como la democracia, o el pluralismo. El estado tiene el monopolio pero hay comunidades políticas más allá de los estados con reclamaciones legítimas y es necesario el respeto para estas minorías. En el mundo actual la soberanía total, tradicional, es una ilusión de los que apoyan el Brexit. Creen que un estado omnicompetente es posible, pero se vio que eso era imposible en las negociaciones con la UE. Si podemos reconocer que la soberanía es compartida entre los estados y Europa, también puede ser compartida entre los estados y los pueblos.

¿Son comparables las dinámicas catalana y escocesa?

Es posible compararlas porque hay una coincidencia en el tiempo de estos dos procesos. Una diferencia es que aquí siempre ha habido un reconocimiento por parte de los unionistas británicos de la pluralidad del Estado. Esto no es decir que aceptan la autonomía, porque no existe la autonomía en Escocia. Sí que es una nación, pero eso son palabras. En España hay grandes controversias sobre si Catalunya o Euskadi puede describirse como nación o nacionalidad. Lo que es singular es que en los dos casos el Estado insiste en sus derechos soberanos absolutos, es decir, el pueblo español tiene la soberanía y no Catalunya o Euskadi. Es cierto también que, durante el proceso de Brexit, el Gobierno británico no estuvo obligado a tener en cuenta las demandas de los gobiernos de la pequeñas naciones. Si el Gobierno británico dice que Escocia puede ejercer el derecho a la autodeterminación, son ellos los que deciden cuándo y en qué condiciones. En ambos casos está la situación bloqueada.

Usted ha seguido el conflicto vasco. ¿Cómo lo ve en la actualidad?

Es complicado. Como en Catalunya y en Escocia, hay un sector independentista, otro autonomista y otro centralista. Todavía no hay mayoría clara ni para la independencia ni para un nuevo estatuto. Hay diversidad de opiniones sobre el futuro constitucional. Hacen falta compromisos a ambos niveles, a nivel del Estado español y a nivel de Euskadi, es la única manera de gestionar estos conflictos. Además, en Euskadi hay un factor simbólico que no existe aquí.

En Escocia, el debate sobre la identidad no fue central. ¿Va a seguir siendo así?

La identidad escocesa es flexible, es más importante la europea. Todo el mundo se siente escocés, los inmigrantes, los ingleses que viven aquí... no es una declaración política, es una identidad cultural, histórica. El conflicto no es entre escoceses y británicos, sino entre escoceses.