Koldo LANDALUZE
CRÍTICA «Contagio en alta mar»

Terrores arraigados a tierra firme

No descubrimos nada cuando afirmamos que la pandemia que estamos padeciendo servirá de fuente inspiradora para un buen puñado de producciones de muy diversos géneros. Entre ellos figurará de manera destacada un género de terror que, de manera directa o indirecta, aportará su particular imaginario de escalofríos para recrear la vulnerabilidad humana ante algo desconocido que ha subvertido por completo nuestra mecánica cotidiana. Ejemplo de ello son algunos títulos que ya comienzan a asomar a nuestra cartelera y entre los cuales figura esta modesta pero muy efectiva producción irlandesa con la que ha debutado en formato largo Neasa Hardiman, una realizadora curtida en el campo de las series con propuestas como “Jessica Jones”. Lo que se nos plantea en “Contagio en alta mar” ya lo hemos visto en multitud de ocasiones y, al igual que aconteciera en la nave espacial “Nostromo” que Ridley Scott imaginó para su “Alien”, la tripulación de un barco pesquero irlandés se convertirá en objetivo de un misterioso parásito que se coló en los suministros de agua.

La película no requiere de excesivos efectos digitales, el abuso de este recurso hubiera echado por tierra lo mejor que contiene el filme, la capacidad de incidir en los demonios y pánicos internos de una tripulación que, a medida que avanza el metraje y su particular pandemia marina, saca a relucir la peor cara de la conducta humana: el egoísmo, el individualismo desaforado o la desconfianza hacia el otro. Hardiman mueve muy bien sus piezas y logra una tensión acorde a los espacios claustrofóbicos por los que transita un filme que, además de su recital de sustos bien hilvanados y su carga de denuncia ecológica, cuenta con el añadido de unos personajes muy bien perfilados e interpretados con gran solvencia por intérpretes como Connie Nielsen, Dougray Scott y Hermione Corfield.