Carnavales
La pandemia nos deja sin carnavales pero las carnavaladas siguen. Todos los días nos encontramos en los medios comparsas de banqueros predicando contra el mal de la usura y el desahucio; chirigotas de empresarios denunciando la codicia del lucro, los accidentes laborales y las muertes que se cobra el infortunio; cortejos de machos censurando su asesina violencia.
A la mascarada habitual no falta nadie y, puestos a moverse, aquí bailan hasta los olvidos que ponderan la luz de la memoria, los dementes que administran la lucidez que falta, como baila el verdugo que impugna la tortura y los canallas que ensalzan la virtud. Bailan las comparsas que festejan de nuevo el milagro de los panes y peces, baila la paz aunque pierda la guerra y la muerte presuma de ser humanitaria, bailan los fulleros exigiendo transparencia, baila la impunidad sobre la alfombra roja a la salida de cualquier audiencia. Bailan los demócratas debidamente homologados negociando el riesgo de las urnas, ajustando provechos y despachos, conviniendo si solos o en manada, concertando a quién debe sumarse, a quién debe excluirse, qué fiscal nos pueda afinar el caso, qué tribunal nos garantice el fraude.
La ambición se disfraza de estirpe, la sangre de basura, el crimen de accidente, y el carnaval sigue su curso bailando por la calle.
(Preso politikoak aske)