Dicen los expertos que este invierno no hay rastro ni de gripe ni de gastroenteritis ni de bronquitis porque todos los esfuerzos por mantenernos alejados del covid nos están librando de las epidemias estacionales. Y sin embargo, a pesar de todas estas precauciones, seguimos padeciendo la misma enfermedad que nos mantiene anquilosados en una vida condenada a la hipoteca, a la precariedad laboral, a la inestabilidad económica, al desequilibrio social, a la insolidaridad y al que me quede como estoy que otros están peor. Y por eso se acepta sin asombro que puedan rescatarse bancos privados con miles de millones de dinero público, pero que anular la deuda que los Estados han contraído para afrontar la crisis económica abierta entre otras razones como consecuencia de un sistema sanitario público enfermado por abandono y al que el último coronavirus ha metido en la UCI es del todo «impensable» según la ex del FMI y ahora presidenta del Banco Central Europeo. Al césar lo que es del césar y a Christine Lagarde eso y más. Dicen los expertos que cuando la peste disminuyó en el medievo los que sobrevivieron se creyeron nuevos ricos por haber escapado al infortunio. Cuando salgamos de esto seguiremos con gripe, con gastroenteritis y con bronquitis, y pagando los mismos créditos que ahora, si no más. Y probablemente, sí, habrán conseguido hacernos sentir más ricos.