Iñaki Lekuona
Profesor
AZKEN PUNTUA

Tortas

Aquel profe de Historia solía desarmar el refranero castellano para armarlo a su gusto. El dicho favorito era el de a falta de pan, buenas son las tortas, que solía utilizar a cada revuelta del camino histórico. Como en la de 1789, cuando tras años de malas cosechas y con la inflación por las nubes por la participación francesa en la guerra de independencia norteamericana el precio de la harina se disparó hasta tal punto que los ciudadanos de a pie les dio por liarse a bofetadas con el poder. Aquello concluyó con un rey decapitado y una nueva gobernanza algo más democrática que la monarquía que acabaron por denominar república.

Dos siglos y pico más tarde, ahora que estamos en la quinta, a un ciudadano de a pie le ha dado por retomar el refranero castellano al estilo del profe de Historia propinándole una torta al presidente en un contigo a pan y cebolla que no sonó a declaración de amor, sino a un chaleco amarillo con manga de extrema derecha. «No creo que a día de hoy la sociedad francesa se encuentre en un momento de gran tensión», se ha defendido el agredido, en una pose que recuerda a la de Luis XVI, tan seguro de sí mismo que el mismo día en el que la cuchilla debía cercenarle el pescuezo se preguntaba qué había hecho él para merecer aquello. Nada. No hizo nada. Y eso es lo que se le reprocha a Macron. No hacer nada. Y así, que decía aquel, de tales manos, tales tortas.