EDITORIALA

Programa y liderazgo aúpan a la izquierda

Las elecciones de pasado domingo dejaron unos resultados dispares para la izquierda. Conviene destacar, en primer lugar, la victoria contundente de una candidatura popular en Colombia; una lista de izquierda logró ganar las elecciones por primera vez en un país donde las élites han hecho y deshecho a su antojo. Otra candidatura conformada por la confluencia de varias fuerzas políticas se ha convertido en la primera fuerza de oposición en el Estado francés, dejando al recién reelegido presidente Emmanuel Macron sin mayoría absoluta. Y por último, la izquierda en Andalucía no ha cosechado un buen resultado, al no haber conseguido ni sumar ni tampoco impedir la mayoría absoluta del PP.

Números que vienen a confirmar que las candidaturas populares que apuestan por el cambio consiguen movilizar el voto de la izquierda, incluso en países como el Estado francés, donde la creciente abstención es un síntoma de una crisis político-institucional mucho más profunda. A menudo, esa abstención de la gente de izquierda es consecuencia de que las candidaturas son incapaces de esbozar un proyecto ilusionante, de cambio, que entronque con las demandas de la sociedad, como ha ocurrido en Colombia, donde la candidatura de Gustavo Petro y Francia Márquez ha sabido recoger y canalizar las reivindicaciones de revueltas previas a la pandemia y la apuesta por la paz de la sociedad colombiana. Otras veces es la falta de un liderazgo carismático, y sobre todo, democráticamente elegido, lo que resta credibilidad a las candidaturas de izquierda y desmoviliza a su electorado. Las estructuras burocráticas de los partidos pueden inhibir el potencial de las candidaturas. También es relevante el dominio del sistema electoral, el método de cada comicio.

El mundo atraviesa un periodo convulso que está afectando profundamente a las condiciones de vida de la gente corriente. Si la clase trabajadora, «los nadies» que dicen en Colombia, no perciben que la izquierda plantea iniciativas para transformar las condiciones de vida de las clases populares, y que tiene voluntad para llevarlas a término, difícilmente logrará ser decisiva y, mucho menos, alcanzar el poder.