Joxemari OLARRA AGIRIANO
Militante de la izquierda abertzale
GAURKOA

Asentamos terreno para seguir avanzando

Van pasando los años desde que el conjunto de la izquierda abertzale afrontara el cambio de ciclo político y el tiempo va demostrando cada vez con mayor rotundidad lo correcto de aquella maniobra. Correcto no solo en cuanto a cómo se llevó a cabo para que el movimiento independentista no saliera fracturado y se mantuviera unido, sino también, y sobre todo, respecto al recorrido hacia la consecución de los objetivos estratégicos; esto es, la independencia y el socialismo.

El enemigo lo presentó entonces como un recurso desesperado para la supervivencia, fruto del acierto de su estrategia de persecución, apartheid, ilegalizaciones... Es decir, que la represión, la violencia de Estado, había cumplido su objetivo y la izquierda abertzale, derrotada y humillada, entraba en un sendero hacia la extinción política pasto de la inercia y sus propias contradicciones internas.

Ajenos a esos ruidos, pero con los píes en el suelo, hicimos nuestro trabajo arreglando en casa lo que había que arreglar en casa y sembrado en la sociedad las semillas de una nueva primavera que sabíamos podíamos ofrecer a nuestro pueblo, que es, no lo olvidemos nunca, a lo único a lo que nos debemos como abertzales.

En ese propósito, el pasado día 21 dimos un gran paso con los formidables resultados obtenidos en la elecciones de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa. Y no me estoy refiriendo únicamente al número de parlamentarios obtenidos y el juego político institucional que eso nos facilita y que nos coloca como referencia ineludible.

Por encima de ello, mi atención está centrada en lo que significa de ampliación del espectro social abertzale de izquierda, de fortalecimiento de ese espacio en la sociedad y en lo que asienta el terreno para llegar a ser una mayoría inapelable que un día reclame, sin titubeo alguno, que quiere decidir su futuro sin injerencias, que quiere ser ciudadana de un Estado de Euskal Herria que camine hacia una sociedad más libre y justa; hacia el socialismo.

Mientras nosotros miramos al provenir y avanzamos con esperanza y la vista puesta en el horizonte al que aspiramos, otros siguen recurriendo a mensajes caducos y tácticas del pasado porque su presente se tambalea y carecen de futuro. Ante la falta de proyecto político para ofrecer a la sociedad, los hay incluso que se encasquillan en el terreno de los reproches éticos, excelente disciplina para los hipócritas y los manipuladores de la terminología.

Pues que todos ellos se lo tomen con calma, porque la izquierda abertzale ni entró nunca ni entrará en las ciénagas pantanosas en las que buscan hundirnos para que no avancemos. Estamos a lo que estamos.

Durante decenios salimos adelante gracias al compromiso, la militancia y la lucha; gracias a miles y miles de personas que no se rindieron ni en los momentos más duros y trágicos de nuestra historia y que, poco o mucho, dieron todo lo que estuvo en sus manos por ese país, por Euskal Herria y la libertad.

Hubo unos años en los que los avances los medíamos con métrica épica. Alguien dijo hace tiempo que tras una charla sobre el marxismo se salía con la conciencia reforzada, mientras que de un kantaldi salíamos directamente a luchar.

Pues precisamente gracias a la combinación de conciencia y lucha organizada es por lo que estamos aquí, dando luz a una nueva primavera.

Es cierto que hoy en día la épica es diferente; que si bien para los «viejos» era y es un combustible imprescindible, los jóvenes de hoy en día se mueven sobre otras claves. Otras claves, sí, pero diría que no por ello menos épicas que las que otros tuvimos en su momento.

Y es que cada tiempo tiene su épica de liberación.

A la actual juventud de la izquierda abertzale le está tocando luchar en unas coordenadas particularmente complicadas.

Por un lado, porque el mundo discurre por unos caminos para los que no hay modelos ni ejemplos ni referencias y les ha correspondido crear unas nuevas formas y un modelo propio.

Por otro lado, porque, no lo olvidemos, les está tocando navegar y luchar sobre algunas consecuencias de un ciclo anterior que muchos ni conocieron, como son el haber sido objeto de una represión brutal para romper la cadena de transmisión y, hoy en día, de maniobras encubiertas del sistema capitalista precisamente para lo mismo, para frustrar la continuidad generacional hacia la emancipación nacional y social.

No me cabe la menor duda que sabrán encontrar la fórmula que llevará a este país a la independencia y el socialismo. Aunque sea diferente de la que tuvimos otros, ellos tienen su propia épica, su propio estilo y les corresponde hacer su camino; y a los demás, dejarles hacer y seguirles y, si acaso nos lo piden, ofrecerles nuestro consejo.

En las elecciones al Parlamento de Gasteiz hemos dado un gran paso para afianzar el terreno que lleve a este país hacia su soberanía. Vamos a seguir teniendo citas electorales y no dudo que el independentismo de izquierda seguirá ganando terreno hasta tomar las riendas de la gobernación.

Perfecto, y a por ello vamos porque es nuestra responsabilidad y compromiso con la sociedad y el pueblo trabajador vasco. Pero no olvidemos jamás que sin la presencia en la calle, sin la lucha, sin ser quienes generan los acontecimientos no lograremos nada.

Porque el objetivo, para lo que nos comprometimos en la lucha, no es ser una hegemonía política de gestión del sistema. El objetivo es transformar el sistema. Para ello no es suficiente tener fuerza sino también tracción; y eso lo da la sociedad en la calle y no los políticos en las instituciones. La clave está en la correcta combinación de ambos frentes. No es una ciencia exacta, por eso requiere el compromiso y trabajo de todos.

La nueva primavera que estamos despertando no va a ser solo de pajaritos y flores; va a ser la primavera de la independencia y el socialismo.