IKUSMIRA
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Aunque Djotodia renuncie, la sed de venganza y el vacío de poder alejarán más la reconciliación

Diez meses después de que el golpista Michel Djotodia tomará el poder en la República centroafricana, diferentes informaciones apuntaban a su inmediata renuncia a la presidencia de un país sumido en una guerra civil que podría incrementarse tras la previsible lucha de poder que se cierne amenazante. Aprovechando una cumbre de líderes regionales en Chad y perdido todo el apoyo de los franceses, que lo quieren fuera de cualquier solución de futuro, Djotodia parece que no volverá a Bangi, una capital desolada y con muertos que se cuentan por centenares.

Los cristianos acusan a los exrebeldes musulmanes de Seleka -que son la base del poder de Djotodia- de saqueos, violaciones y matanzas ante la pasividad presidencial. Ahora claman venganza y, aunque peor armados que Seleka, con sus cuchillos y porras están tomándose la justicia por su mano contra la minoría musulmana. Aunque se vaya Djotodia, muchos temen que las matanzas no se detengan. Cuando hay mucho desencanto y muy poca paciencia, las posibilidades de reconciliación se esfuman. Mientras tanto, Bangi, bajo el toque de queda, se prepara para un futuro incierto y terrible.