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Piden 23 años para el padre acusado de haber lanzado a su hija al mar en Zarautz

Desde ayer un jurado popular compuesto por tres hombres y seis mujeres examina en la Audiencia de Gipuzkoa el caso del hombre de 44 años acusado de haber lanzado al mar a su hija de 18 meses en Zarautz, el 7 de octubre de 2010.

El pocesado se enfrenta a una petición de 23 años y medio de cárcel por asesinato, petición en la que coinciden tanto la fiscal como la acusación popular ejercida por la asociación Clara Campoamor. Por su parte, la defensa, basándose en que su defendido padece esquizofrenia, pide su libre absolución.

El argumento no parece convencer a la fiscal que, en la sesión inicial del juicio, aseguró que «por mucho que tenga esquizofrenia» el acusado no se encontraba en medio de una crisis en el momento de los hechos.

La fiscal relató que la relación entre los progenitores de la niña era «tormentosa y basada en los malos tratos» por parte del padre hacia la madre y que la hija «tuvo la mala suerte de nacer en medio de un fuego cruzado».

Según la versión del Ministerio Público, el día de los hechos esta quedó a cargo de su padre tras una fuerte discusión con su pareja. El procesado no se ocupó de alimentarla durante todo el día y tras llevarla por la noche a una chabola situada en la cornisa zarauztarra, acabo lanzándola al mar.

Avisó a la Ertzaintza

Fue él mismo quien alertó a la Ertzaintza de la supuesta desaparición de su hija, cuyo cadáver fue hallado flotando en el agua cuatro horas más tarde.

El acusado sostiene que aquella noche bebió mucho, que llevó a su hija al malecón y que, cuando estaba dormido, «debió levantarse» y se percató de su ausencia al despertar.

La acusación popular, por su lado, no cree que tuviese sus facultades «totalmente afectadas» a pesar de haber bebido. Aseguró que en el juicio se probará su «carácter violento y su perfil claramente maltratador».

Por otra parte, el juzgado de Instrucción de Barakaldo imputó ayer al padrastro de una niña de 4 años por homicidio.

La pequeña falleció el pasado 4 de octubre cuando se encontraba bajo su cuidado a causa de un «traumatismo cranoencefálico occipital con edema cerebral».

El imputado declaró entonces que la niña había sufrido una caída cuando ambos se dirigían a su domicilio en el barrio de Retuerto. Sin embargo, los médicos forenses constataron que los golpes que presentaba en la cabeza y las marcas en el cuello no se correspondían con la versión del padrastro.