Jon Odriozola
Periodista
JO PUNTUA

La inerrancia de la Constitución

«Mientras yo sea presidente, no se celebrará ningún referéndum ilegal», dice Rajoy cual Moisés desde el Monte Sinaí esculpiendo en piedra las Tablas de la Ley dizque sacrosanta Constitución como tótem y camisa de fuerza

Así como la Biblia es la Palabra de Dios escrita, la Constitución española (en Euskadi no aprobada) es la revelación coscurante que enceguece a los súbditos (aquí hay una Monarquía) en un fiat lux donde antes todo era oscurantismo y acidia y, también, apnea. Si la Biblia (El Libro, en griego) no es la Constitución, esta sí es la Biblia (en verso).

Defínese inerrancia como «exento de error». Es un concepto más completo e inequívoco que, por ejemplo, infalibilidad, que viene a ser sinónimo de «incapaz de error, cierto». Por lo tanto, la inerrancia constitucional es superior, diríamos, a la infabilidad pontificia (dogma votado por la Curia, en el Concilio Vaticano I en 1870, que se veía desbordada por una galopante ciencia que desbarataba a estos vividores profesionales).

La teología, cuando la religión política era la ideología dominante en el feudalismo, devino y se secularizó con las revoluciones burguesas en «política». La Paz de Westfalia, en 1648, supuso la derrota de la religión (política) del agustinismo político como diktat divino. En la actualidad, con una burguesía contrarrevolucionaria y decadente, dan la vuelta al calcetín y se torna reaccionaria: vuelve a la teología. Pero no a la Escolástica tomista medieval donde, al menos, la Biblia servía de recurso donde apoyarse con alguna cita (bíblica) para las controversias entre razón y fe. Peor que eso, la clave de bóveda fue el reformismo protestante de un Calvino y un Zwinglio que pensaban que las (Sagradas) Escrituras no tenían ni contenían ningún error: incluso el reino de los cielos era coto privado de los predestinados, es decir, del incipiente capitalismo, de los prósperos comerciantes que se enriquecieran; a los pobres, además del infierno en la tierra, les estaba reservado desde el púlpito también el otro, o sea, el «ahí te jodas» que hemos oído no hace mucho en el Charlamento español.

«Mientras yo sea presidente, no se celebrará ningún referéndum ilegal», dice Rajoy cual Moisés desde el Monte Sinaí esculpiendo en piedra las Tablas de la Ley dizque sacrosanta Constitución como tótem y camisa de fuerza. Y lo dice a una fracción de su propia clase con intereses contrapuestos pero no antagónicos como es la burguesía catalana. Pero lo dice en plan imperial, como un fascista, como lo que son. Ítem más: lo dice esta marioneta de la oligarquía desde la propia ilegalidad intrínseca que supuso pasar desde el franquismo intocado e intocable a esta democracia de pacotilla sin previa ruptura democrática, otrosí una democracia burguesa, qué menos. Otra cosa es saber esto, que se sabe, y hacerse el loco tomándonos por idiotas.

El Antiguo Testamento está lleno de frases del tenor de «y Dios dijo», «así dice el Señor», etc. Es exactamente igual que si Rajoy dijera, en ese revival canónico, «y la Constitución dijo», «así dice la Constitución», etc. O «está escrito en la Constitución», y «la Constitución (la Escritura) dice...».

Y todo inspirado por Dios Nuestro Señor el Generalísimo de los Ejércitos: Franco y su «atado y bien atado». De aquellos barros, estos lodos. Hasta el día menos pensado...