Iñaki SOTO DONOSTIA
Interview
Hasier Arraiz
Presidente de Sortu

«Aunque PP, PSOE y UPN se empeñen, Nafarroa será lo que quieran los navarros»

Arraiz nos recibe en su despacho en la sede de Donostia, donde reside actualmente. Su lugar de trabajo es sencillo y ordenado, reflejo de quien lo habita. Ha cumplido un año como presidente de Sortu y, en general, se muestra optimista por la labor realizada y por las perspectivas de futuro, aunque también autocrítico. Pese a ser tranquilo por naturaleza, según avanzan los temas muestra su pasión por la política, siempre entendida en su sentido más social y militante.

En un principio, la entrevista estaba pensada para hacer balance del primer año de Sortu, pero la actualidad manda y, primero el paso dado por ETA y la CIV y, posteriormente, la indeterminación del escenario navarro han provocado que el encuentro con Arraiz se retrase y, en cierta medida, los temas a tratar cambien.

¿Qué sensación le dejó el inicio del proceso para inventariar y sellar las armas de ETA?

La sensación que me dejó la iniciativa de ETA la describió muy bien Ram Manikkalingam en la reunión privada que tuvimos con ellos en el Hotel Carlton. Él nos explicó que lo que había hecho ETA era un paso crítico para cualquier organización armada y que ETA había sido capaz de hacerlo por decisión propia. En aquel momento, cuando lo oí por boca de Manikkalingam, me di cuenta de que describía perfectamente la sensación que yo había tenido al conocer esa iniciativa.

¿Y cómo valora lo ocurrido después?

Para nosotros lo importante, desde el punto de vista de la sociedad vasca, es que ETA ha demostrado su voluntad inequívoca de proceder a un proceso ordenado, controlado y acordado de desarme. De forma unilateral e incondicional, para continuar impulsando y fortaleciendo un proceso integral de soluciones. Esta iniciativa pondrá fuera de uso operativo su arsenal y, en otras partes del mundo, se ha entendido esa fase como algo previo al desarme. Su último comunicado así lo confirma.

Por contra, los gobiernos español y francés han decidido no solo no facilitar el desarme de ETA, sino que se han empeñado en obstaculizarlo y dificultarlo.

¿Hasta dónde se puede llegar con la unilateralidad?

Para mí la cuestión es hasta dónde queremos llegar. La izquierda abertzale empezó a desarrollar la unilateralidad hace ya unos años, por un lado, tomando sus propias decisiones. Esas decisiones han servido para crear ciertas sinergias en Euskal Herria y liberar así fuerzas que estaban inhibidas. Eso ya lo hemos conseguido y creo que tenemos que seguir en ese camino para conseguir mayores complicidades en nuestro propio pueblo. Pero, a su vez, creo que tenemos que ser capaces de que la propia sociedad vasca genere dinámicas unilaterales que le posibiliten llegar hasta donde quiera llegar, hasta la independencia, hasta donde sus propias necesidades como pueblo le quieran llevar.

La unilateralidad es precisamente una de las claves del documento «Euskal Herria Bidean». Ese documento intenta aclarar a sus bases la apuesta por la Vía Vasca. ¿En qué consiste esa Vía?

Había ya un conjunto de reflexiones que se estaban haciendo dentro de la izquierda abertzale, incluso dentro del espacio de la izquierda soberanista y de EH Bildu, ideas que se estaban compartiendo y poniendo en marcha. Pero es cierto que, de alguna forma, no éramos capaces de dibujar la línea que unía todas esas reflexiones. Nosotros la veíamos nítida, pero aceptábamos que no era tan fácil de ver «desde fuera». Lo que hemos pretendido es escribirlo para que todo el mundo pueda advertir esa línea que une todas las reflexiones e iniciativas que hemos desarrollado en los últimos tiempos. Creemos que esa línea marca claramente la dirección hacia la que tenemos que ir.

En ese sentido, la Vía Vasca puede ser solo una marca, que se quede en un pin que llevar en la solapa, o puede ser realmente esa línea que marque el camino y que fundamentalmente se basa en que nosotros y nosotras tenemos que decidir hacia dónde y cómo queremos ir. Para eso tenemos que basarnos en una dinámica de acuerdos lo más amplios posibles, que vayan generando nuevas mayorías sociales.

Ese documento lo hacen junto con LAB y Ernai ¿Por qué?

Queríamos que no fuera una reflexión solo de Sortu. Entendíamos que LAB tenía también hecha una parte de esa reflexión, Ernai tenía otra, y creíamos que era necesario darle una unidad a ese conjunto de planteamientos.

Otros temas centrales de la Vía Vasca son la territorialidad y la autodeterminación. ¿Cómo casan, cómo se relacionan, en qué orden las conciben?

Dentro de la Vía Vasca planteamos que el derecho a decidir no puede ser entendido como la última estación de un recorrido. Pretendemos que sea lo que vertebre todo ese recorrido, de forma que el propio derecho a decidir sea un proceso dinámico y permanente mediante el cual los vascos y las vascas decidamos todas esas cuestiones que nos parecen realmente importantes para definir nuestro futuro.

En el caso concreto de la territorialidad, algún día habrá que decidir qué relación queremos tener con los estados español y francés, pero planteamos que antes que eso seguramente tendremos que decidir qué relación queremos tener entre los propios territorios vascos. Y creemos que a vascos y vascas nos corresponde decidir la relación que queremos tener entre esos territorios.

Cuando hablan de territorialidad, ¿su reflexión se centra en la partición, en Nafarroa, o va más allá?

Evidentemente, es una reflexión sobre la partición territorial, y en ese sentido lo que queremos expresar claramente es que Nafarroa será lo que los navarros y navarras decidan que sea, aunque algunos, como PP, PSOE y UPN, se empeñen en que los navarros no puedan decidir. Esa será la relación que Nafarroa tendrá con el resto de territorios vascos. Pero eso también debe valer para el resto de territorios, debemos poder decidir la estructuración institucional que queremos para nuestro país.

¿Sirve esa postura para la Ley de Territorios Históricos (LTH)?

Efectivamente. Por ejemplo, en la ponencia que se va a debatir en Gasteiz sobre el «nuevo estatus» no se pretende hablar solo sobre cuál es la relación que debemos tener con el Estado español, también se plantea la relación entre los territorios vascos. Por supuesto con Nafarroa, por supuesto con Lapurdi, Nafarroa Beherea y Zuberoa, pero también entre Araba, Bizkaia y Gipuzkoa. Quizás también haya que cambiar, si así lo decidimos, esa parte de los vascos, las relaciones actuales entre esos territorios.

¿Esas leyes se han utilizado para ahondar en esas relaciones o para desvertebrar?

A veces se han utilizado de forma partidaria, según los intereses y beneficios que pudiera dar a determinados partidos políticos. Y creemos que es el momento de que eso también se pueda poner a debate.

Centrándonos de nuevo en Nafarroa, tras el «marzazo», ¿el cambio político está más lejos o más cerca que antes?

Creo sinceramente que en Nafarroa el cambio político ha pasado de ser un deseo de muchos a ser una necesidad de una mayoría social. En ese sentido, el cambio es imparable. La sociedad navarra no necesita solo que cambien las caras del Gobierno, sino también la forma de hacer y entender la política. Esa es la diferencia entre alternancia en el gobierno y un gobierno para la creación de la alternativa.

¿Cómo valora la decisión de Ferraz de vetar la moción de censura a UPN, poniendo además a EH Bildu como excusa?

En primer lugar, hay que decir que el PSOE es como Saturno, el dios romano, que devora a sus hijos. Lo ha hecho tanto con el PSC como con el PSN. Su razón es una idea del Estado que no es en absoluto democrática, porque se basa en el veto al derecho a decidir. En segundo lugar, creo que todos y todas somos necesarias para hacer efectivo el cambio político en Nafarroa, pero también pienso que EH Bildu es la única garantía del mismo.

Tras la manifestación del 11 de enero y la declaración del EPPK, ¿qué pasos puede o debe dar la sociedad vasca en la cuestión de los presos?

Creo que la dinámica de los últimos meses ha puesto la situación de los presos en el centro de la agenda política y social de este país y creo que ha evidenciado que es una prioridad no solo para la izquierda abertzale, sino para la mayoría de la gente de este país. En ese sentido, ahora lo que nos toca es ser capaces de articular la mayor presión política y social posible para obligar al Gobierno de Madrid a cambiar su política penitenciaria. En ese sentido, creo que la declaración realizada por el EPPK es histórica y hay que reconocer que elimina todo tipo de excusas para que esa política penitenciaria no se pueda cambiar, no se deba humanizar.

Creo que es el momento de articular esa presión para, lo primero, traer los presos a Euskal Herria y luego, una vez que estén en cárceles vascas, con la competencia de política penitenciaria en manos de las instituciones autonómicas, se proceda a un proceso de excarcelación de todos y cada uno de los presos políticos vascos.

El Estado se aferra a la llave de las celdas para tratar de frenar un proceso integral de soluciones en Euskal Herria. Siguen teniendo la llave de las celdas en sus manos, pero hemos decidido arrebatarles la llave del proceso.

En Bilbo se visualizó una especie de frente abertzale, pero su discurso era el de un frente democrático. ¿Cómo se deben articular estas demandas?

En nuestra opinión, y así lo hemos dicho en varias ocasiones, las cuatro principales culturas políticas del país tendrían que participar en un proceso integral de resolución del conflicto. Pero si una de ellas, en concreto la que representa el Partido Popular, se autoexcluye, en nuestra opinión las otras tres deberían continuar e intentar llegar a acuerdos para resolver el conflicto o, cuando menos y en primer lugar, las consecuencias del conflicto.

Seguramente puede haber dificultades para hacerlo, pero creemos que ese es el camino. En ese sentido, tanto el PNV, como el Partido Socialista como la izquierda soberanista, tienen que participar de un proceso que permita llegar a soluciones, siempre pensando desde Euskal Herria más que en escenarios de bilateralidad con el Estado.

Sortu acaba de cumplir un año. ¿Qué valoración hace?

Honestamente, creo que en este año de trayectoria Sortu ha sido capaz de generar iniciativa política como izquierda abertzale. Pero también es cierto que no somos todavía lo que querríamos ser: una organización fundamentalmente dinamizadora, con muchísimos militantes en en todos los pueblos de Euskal Herria, gente que pasara muy poco tiempo en las estructuras de Sortu y mucho más tiempo tanto en EH Bildu como en el movimiento popular, haciendo trabajo para su pueblo, barrio o ciudad... Y todavía no estamos en ese punto. Por eso planteamos que nuestra prioridad tiene que ser no tanto llevar una dinámica propia como Sortu sino la dinámica social. En ese sentido, debemos impulsar una nueva militancia social dentro del movimiento popular y, por otro lado, la militancia política en EH Bildu.

En ese sentido, ¿cómo ve a EH Bildu?

Sortu ve que EH Bildu, como coalición de partidos, está agotando una fase. También es cierto que EH Bildu es mucho más que una suma de coaliciones electorales, porque se fundamenta en acuerdos políticos de carácter estratégico entre las distintas formaciones, acuerdos que hemos intentado implementar en este tiempo. Pero también es cierto que en su actual forma tenemos ciertos límites. Por eso en Sortu creemos que ha llegado el momento de dar pasos y avanzar hacia la constitución de un frente amplio de la izquierda soberanista vasca. Lo necesitamos para hacer hegemónico en el seno de la sociedad vasca el proyecto independentista de izquierda.

Hay que tener en cuenta que en mayo de 2015 culminará un ciclo de cuatro años desde el nacimiento de Bildu. Desde entonces en la coalición han cambiado muchas cosas: se ha incorporado Aralar, hemos iniciado una dinámica de coordinación con EH Bai y hemos afrontado con éxito diversos retos electorales. Ahora, desde la responsabilidad y la generosidad política, demostrando que EH Bildu no es un mero dispositivo electoral sino la forma de entender y hacer política de izquierda en la Euskal Herria del siglo XXI, tenemos que avanzar en la constitución de ese frente amplio.

La persecución, una pesada mochila

El propio Arraiz está pendiente de juicio y, cuando terminamos la entrevista, llegan desde Madrid los compañeros que están siendo juzgados en el sumario contra Herri Batasuna. Al preguntarle por cómo les afecta esto, responde que «a veces nos olvida que llevamos esa mochila siempre a cuestas». «Es evidente que es una mochila pesada», admite. Pone el ejemplo de Arnaldo Otegi: «La persona que queríamos que fuese nuestro secretario general está a día de hoy en prisión, con todo lo que ello supone», y no olvida que «varios compañeros están en procesos judiciales, algunos a punto de acabar, y otros que los sufrirán pronto». Según subraya, la causa de esta persecución es que «todavía no hay condiciones democráticas en este país; no las hay para que todos los proyectos políticos se puedan debatir y defender en igualdad de condiciones y mucho menos para que se puedan materializar». I.S.