Raimundo Fitero
DE REOJO

Sombras

Perdonen la obviedad: es más interesante escuchar a Florentino Pérez cuyo hobby es ser presidente del Real Madrid, que a todos los subalternos, gestores o bedeles de sus negocios que aparecen en listas electorales y que hasta llegan a figurar como ministros o subsecretarios. En el terreno político, es decir del pragmatismo derivado del ejercicio del poder en el mundo real, preferentemente en el de los negocios inmobiliarios, las construcciones de infraestructuras y demás asuntos esenciales de la economía medida en términos macros.

Sucedió en «Salvados», en la que me parece una de sus mejores entregas ya que Jordi Évole se tuvo que enfrentar a un individuo con aureola y capacidad de ofrecerse como un corderito que va a ser sacrificado por ser el presidente de ese Club de Fútbol convertido desde hace tantos años en seña de la españolidad. Digo que fue una magnífica entrega porque extractó una hora larga tras cuatro horas de entrevista con un señor que habla con absoluta falsa humildad de una facturación de ACS de cuarenta mil millones de euros. Porque siendo Évole un culé confeso, supo respetar al equipo de fútbol y porque la entrevista sucedió en diferentes dependencias del estadio Santiago Bernabeu.

Y ahí vimos, sin más, el lujo, las instalaciones de uso cotidiano, el famoso palco donde tanto se negocia, con trapicheos entre la política y el poder económico. Se enfadaba Florentino porque insistía el entrevistador en señalar ese valor de cambio de ese espacio o de la recalificación de su ciudad deportiva con unas plusvalías de quinientos millones de euros, y en su enfado mostraba su poderío, su autoridad. Lo revelador: confesó que lo que más le gusta es la política, que fue de UCD y que estuvo al frente de la Operación Reformista con el Miquel Roca al frente.

Un hueso duro de roer, que acabó mostrando su cara más increíble, aseguró que no le gusta el dinero, sus empresas facturan el noventa por ciento en el extranjero, su objetivo es dedicarse a las Fundaciones tanto de ACS como del Madrid. Vaya, un abuelete aparentemente inofensivo. Lástima que tenga en sus acciones bursátiles tanto poder y le guste tanto comprar voluntades y crear sombras.