MIKEL INSAUSTI
CRíTICA: «Aprendiz de gigoló»

Del minijob a la prostitución en un solo paso

El papel que Woody Allen interpreta para John Turturro en «Fading Gigolo» es muy parecido al que hizo para Martin Ritt en «The Front». Aunque han transcurrido casi cuarenta años desde entonces, el tiempo no parece haber pasado por el cineasta neoyoquino en su faceta de actor de comedia. Hoy como ayer sabe desdramatizar los temas más serios con su humor inteligente, siempre atento a la representación de las debilidades humanas. Si en «La tapadera» hacía de testaferro al servicio de los trabajadores de la cultura perseguidos por la caza de brujas macarthysta, en «Aprendiz de gigoló» interviene como representante de otra víctima coyuntural, como lo es el empleado de su librería afectado por el cierre de la misma. Un hombre maduro sin perspectivas laborales, abocado a trabajos a tiempo parcial, ya sea de fontanero o en una floristería, actividades más bien opuestas.

Lo de representante es un eufemismo, porque en realidad hace las veces de proxeneta, ya que anima a su socio a prostituirse, en un negocio improvisado que entra de lleno en el intrusismo laboral para con los profesionales del sexo. La corta y accidentada aventura de la pareja en la economía sumergida no pretende contener ninguna información novedosa sobre el oficio más viejo del mundo, sino mostrar un retrato social de Nueva York en los tiempos de la crisis económica. El rasgo más llamativo de la actual situación es la acentuación de las diferencias de clase. Dan Bongo consigue a Virgil citas con mujeres adineradas del Upper West Side, mientras que en su barrio de Brooklyn tendrán problemas con la cerrada comunidad judía.

La dirección interpretativa de Turturro es invisible, considerando que deja a Allen componer su propio personaje, algo que también resulta extensible a Sharon Stone y Sofía Vergara, en sendas caricaturas de si mismas. Quienes de verdad se transforman y actúan son Vanessa Paradis y Liev Schreiber, como la viuda del líder ortodoxo judío y el agente de vigilancia de la moral pública que deben observar los hijos del pueblo elegido.