Secuestro
Todo lo que están pergeñando desde hace meses tiene el objetivo de mantener el tinglado, al precio que sea. No miran más allá de las próximas elecciones, y sienten el aliento del pueblo en las espaldas: todo para intentar parar el tiempo histórico en el que se entra, a su pesar. Es más, no es descabellada la tesis de que se ha hecho público en estos momentos porque quizás sin Pérez Rubalcaba, la unanimidad sería menos factible. O porque en un año pueden haber cambiado mucho las mayorías parlamentarias para seguir mangoneando todo sin cuestionamientos mediáticos, aunque sí con la censura de la calle, llena de banderas republicanas pidiendo un referéndum, ¿qué menos?
Las televisiones se metieron de hoz y coz al coro de alabanzas y loas acríticas al suegro de Urdangarin. Los tertulianos siguieron la consigna de que todo estaba en la Constitución. Mentira, no hay ley de sucesión como queda demostrado por la urgencia del trámite de un apaño de última hora. Lo de La 1, es anacrónico. No se puede ser más partidistas y más que malos, infames. Un canal anulable de oficio en todos los mandos a distancia. Y un nuevo aldabonazo de Joaquín Reyes que en «El Intermedio» tiene una sección propia donde viene haciendo unas parodias de personajes actuales. Fue muy buena la de Pablo Iglesias, y el lunes la del cuñado de Urdangarin adquirió valores artísticos y sarcásticos de primer orden. Habrá que fijarse más en este cómico albaceteño porque parece haber entrado en un momento creativo inconmensurable.