Raimundo Fitero
DE REOJO

Extravagancias

Cuántos millones dice usted que se manifestaron en Francia? Cuando se ponen a sumar de manera imaginativa no tienen medida. Lo mismo que cuando se tiende a aprovechar la corriente cínica para sacar a pasear al verdadero monstruo totalitario que se esconde en tanta presencia televisiva. Una redada de abogados, con un vuelco de mierda diversa en los medios, a las pocas horas de la macro-manifestación de Bilbao por los presos, es la muestra del doble lenguaje, de las extravagancias que se admiten de manera subsidiaria fruto de una entrega de la cuchara, de una falta de tensión política, de un creer que no existe ningún problema y olvidar que las leyes están vigentes, la impunidad domina por encima de cualquier otra consideración.

Todos los que se llamaban ayer Charlie, ¿se llaman hoy Mariano o Fernández Díaz? Probablemente no; ni antes sabían todos lo que significaba su actitud, ni ahora su silencio cómplice. Lo cierto es que en paralelo se inicia un macrojuicio indecente políticamente, y una redada indecente policialmente. Todo para mantener la tensión, para empezar la sucia campaña electoral, para recordar a todos que están ahí todos los dinosaurios, leyes, cuerpos de inseguridad, jueces propensos a la notoriedad y que instalan la extravagancia de no saber si se detiene a alguien por el IVA, por una supuesta colaboración con una organización inexistente o por vender loterías. Una barbaridad que nadie reconoce como tal, porque se considera que eso es lo habitual, lo lógico, ese nuevo orden con tintes autoritarios que se va inoculando en la sociedad.

La mayoría se entretiene mirando la clasificación de la Liga, donde unos son considerados equipo revelación, otros andan somnolientos en puestos de descenso y otros en el medio de todo. O de nada. Y las tertulias siguen hablando del tiempo. Y las injusticias se consienten con una banalidad de bulto. Han conseguido convertir a los ciudadanos en batallones de seguidores de consignas, en individuos masificados que funcionan a golpes de efectos audiovisuales. Y baja el precio del petróleo. Demasiadas encuestas desorientadoras, demasiada manipulación constante en todos los segmentos horarios.