Raimundo Fitero
DE REOJO

Pétalos y porras

Crónica de una mañana televisiva cargada de simbolismos. Incalificable el tono general para dar la noticia del fallecimiento de Josu Uribetxeberria Bolinaga. Demasiada saña y rencor manifestada con gestos indecentes y frases execrables. Nuestra solidaridad con familiares y amigos. Vemos en «Espejo Público», de Antena 3, dos puntos informativos que nos reportan imágenes que deben anunciar los nuevos tiempos represivos y judiciales. Los ya establecidos en el BOE y los que vienen con la excusa de lo de París que se anuncian terroríficos. Abróchense los cinturones que resucita el tardo-franquismo policial consensuado. Y Ken Sánchez perdido por la capital del imperio haciendo, como siempre, el ridículo. Pero se apuntará al carro represivo, es lo suyo. Se nos ofrecen imágenes de la policía de Fernández Díaz protegiendo a los esquiroles de la planta embotelladora de la chispa de la vida en Fuenlabrada. El apaleo a los trabajadores que están en un limbo jurídico tras fallo favorable de la AN es de difícil comprensión. Como dice un entrevistado, «la policía protegiendo los desmanes del capital». Lo de siempre, compañero. Y los policías no comprenden que pegar porrazos a unos trabajadores en esta situación es darse porrazos en su propia estirpe, en las costillas de sus padres y primos. Los trabajadores consiguen derribar una valla y sacar a los esquiroles a empujones, que se enfrentan de malas maneras. La miseria es lo que trae.

En contraposición vemos a la exalcaldesa de Alicante, Sonia Castelo camino de la primera sesión de uno de sus juicios pendientes. Y a poco de llegar al edificio unos vecinos el entregan un ramo de flores y le hacen una alfombra de pétalos de rosas. Una imagen fantástica, inenarrable. Uno siente una incapacidad para concretar los sentimientos que se le amontonan. Seguro que no es nada espontáneo, pero hay un señor que la defiende, que habla maravillas de ella porque ha favorecido a los barrios pobres. Una campaña electoral impagable. El deterioro moral y ético en el que se vive es demoledor. Si el Papa Francisco justifica dar un puñetazo cuando alguien se mete con tu madre, ¿dónde estamos exactamente?