Algunos pequeños detalles nos van ayudando a configurar nuestra propia ruta por esta vida tan efímera y heterogénea, por eso cuando vemos que ex miembros de la directiva de Osasuna son detenidos por estar implicados en asuntos de amaño de partidos y que pueden acabar en la trena, nos vienen en cascada muchos recuerdos de infancia, juventud y madurez y muchas horas escribiendo sobre la golfería imperante en la burbuja fútbol, que uno siempre consideraba que no afectaba a algunas instituciones que sentía como algo más que un simple club, como es el caso.

Hoy lo podemos mirar con otra circunstancia añadida, otro detalle, como es que de nuevo llegan a la final de la Copa del cuñado de Urdangarin Athletic y Barça, y se convierte en un problema político la elección del campo donde se debe celebrar ese acontecimiento que se considera deportivo, pero que es un evento turístico, fanático, social, económico y hasta futbolístico en última instancia. Decimos político, porque lo lógico sería que se celebrase en la capital del reino, en el estadio de más aforo, pero uno de los que mandan de verdad, Florentino Pérez, no puede ni pensar que gane la contienda el equipo catalán, aunque ponga una excusa realmente política para negar esa posibilidad: no quiere que en su estadio se silbe y abronque al rey. La actitud de Florentino, el gran urdidor, es un detalle de pleitesía, cinismo y mal comportamiento social.

Los detalles salpican nuestras pantallas llenándola de colorines, colorets y plastilinas. Un buen detalle es lo hecho por Buenafuente, porque «En el Aire», tenían como una broma repetida un rap con el coloret de Rita Barbera, pero ante la actitud chulesca y despótica, yo diría que insultante y rozando lo sádico de mofarse nada menos que de las víctimas del accidente de metro ocurrido en Valencia donde murieron cuarenta y tres personas, decidió quitarlo, no emitirlo más, dando unas razones de peso, no contribuir a hacerle publicidad, a darle cancha a una persona capaz de llegar a esas muestras de inhumanidad, de desprecio, con una cara demoníaca, abyecta. Reír las gracias de toda esta pandilla de impresentables y autoritarios es de mal gusto ético.