Raimundo Fitero
DE REOJO

Barroco

La selección de los candidatos en las formaciones políticos de raigambre histórica en las turbulentas nociones del ordeno y mando nos están deparando una nueva noción de la política recargada, bizarra, lo que sería analizado si utilizáramos otros parámetros, algo así la entrada en un tiempo barroco que nos puede llevar a la regeneración política en diferido. La campaña electoral andaluza nos está ofreciendo las muestras más evidentes del enredo y los trucos con el objetivo de convertir las miserias de uno en logros a base de la demagogia barata, el destierro de las ideas y el colocar el mensaje decisorio en la frecuencia de la emotividad melodramática.

De todo lo visto en Andalucía, lo más chusco, rastrero y de poca validez es lo que hace la señora Susana Díaz, poniendo su embarazo como bandera y con una falta de escrúpulos vergonzante, rozando la guerra sucia con la utilización de todos los resortes de su omnímodo poder a su servicio, o lo que es peor, a la descalificación de los contrincantes. Porque una vez más se trata de hacer campaña en negativo con una mezcla de disparate rimbombante de lo logrado, si es posible, y solamente es posible desde caudillismo de quienes llevan manejando el presupuesto andaluz desde décadas, o de las delirante promesas y diseños de paraísos artificiales que se sustentan en vídeos prefabricados con aires de realismo sucio.

Pero si algo se puede asegurar, es que la candidatura de Esperanza Aguirre para alcaldesa de Madrid, forma parte de una de esas componendas internas de un partido infectado de corrupción como es el PP, que coloca una figura que estando en las cloacas de lo más apestoso sucedido en esa Comunidad, ha flotado como algunos zurullos que se ven cuenca abajo, y que esto es lo peor, tiene posibilidades reales de convertirse en alcaldesa electa de la capital del reino. Enfrentada al jefe de la banda, díscola, punki con los policías municipales, su capacidad de amenaza debe ser tanto como para que sea ella el cartel electoral, junto a otra mujer que hemos visto mucho en nuestras pantallas, la delegada del gobierno, Cristina Cifuentes. No hay mejor manera para explicar lo del barroco.