Raimundo Fitero
DE REOJO

Rango

Es difícil pensar una mejor oportunidad para emitir el programa de «Salvados» con la comandante del Ejército español Zaida Cantera que el día 8 de marzo, fecha en la que se reivindica el lugar que deben ocupar en nuestra sociedad las mujeres y se denuncia la falta de igualdad de derechos, salarios y un larguísimo etcétera. Porque se trata de una de esas entregas que conmueven, que sirven porque se trata de un trabajo periodístico sincero, abierto, real, que crean opinión, que causan efectos de larga duración en la sociedad, ya que además de contarnos un caso de una mujer cuya carrera militar se trunca por ser abusada por un superior y denunciarlo, nos deja información de primera mano sobre lo que sucede en ese ejército tan mimado por todos los gobiernos y que mantiene estructuras, rangos, gestos, costumbres que se asimilan a reglamentos o leyes que vienen de los tercios de Flandes y que casan muy mal con las nociones básicas de democracia.

Es una entrega de rango superior, no se entretiene en marear la perdiz, sino que deja hablar a esa mujer de su carrera militar hasta cruzarse con un tipejo abyecto, machista, macarra, que intenta propasarse de ella y que tras fracasar con los abusos sexuales, la somete a todo tipo de vejaciones y abusos laborales. En un ejército miedoso, piramidal, kafkiano, ya que ella debe denunciar su caso por el escalafón, es decir al propio abusador. Y de ahí, al infierno, con inhibiciones de toda la jerarquía, llegando incluso al ministro actual. O sea, un diagnóstico demoledor de lo que sucede en los cuarteles. Y la comandante Zaida asegura que se dan estos problemas de manera habitual y en un momento hasta confiesa que ella misma ha sido cómplice por no denunciarlos de otros casos.

Ejemplar entrega que va a tener consecuencias más allá del gran resultado de audiencias que obtuvo, porque hay una exposición clara de actos punibles en los cuarteles que nadie denuncia por gremialismo, porque existen clanes, estirpes militares que entroncan con toda la historia negra de los ejércitos españoles. Jordi Évole solamente pone las cámaras y los micrófonos. Y dignidad, oportunidad, valor cívico, orgullo periodístico y sentido democrático.