Raimundo Fitero
DE REOJO

Ortografía

Cada vez que uno se pone campanudo y quiere dar una lección acaba señalado por su propio argumento. Así que escribir de ortografía se debe hacer con mucho cuidado, especialmente en estos tiempos en los que los programas tienen correctores automáticos que a veces hacen de la suyas. Un consejo: desactiven todos los correctores de sus pantallas habituales, corrijan a mano. Dejen que sus faltas sean sus faltas. Asúmanlas, disfruten de ellas. Y si alguien, como sucede al editar un artículo quiere enmendar una palabra, por favor, que consulten al autor o los diccionarios.

Escrito el preámbulo a modo de preservativo, esto lo inspira una noticia que nos informa de que ha sido despedido un funcionario por cometer una falta de ortografía. Ha sucedido en Bolivia. Y la falta ha sido escribir bota en vez de vota. Convertir un mensaje de una campaña para animar al voto en una consigna política. No se incita a ir a las urnas, sino a botar, echar, a los políticos. La frase, propagada además por Twitter desde un organismo oficial era: «¿Sabes dónde botarás?». En la argumentación de quien le despide se manifiesta que podría haber sido un acto de sabotaje, hecho adrede para desprestigiar al propio Tribunal Supremo Electoral.

Menudo temazo para profesores de escuela, filólogos, académicos, usuarios, lectores de periódicos, politólogos y sindicalistas. Una falta de ortografía como elemento subversivo. Estoy de acuerdo. Hay faltas de ortografía que hieren. Si es en documento público deberían ser consideradas atentados a la enseñanza, la cultura y la sociedad. Y si se aplica el rigor boliviano, me parece que se produciría una limpieza histórica del escalafón funcionarial. Hemos traído aquí en muchas ocasiones las erratas o faltas de ortografía que nos proporcionan los canales televisivos, generalmente en sus subtitulaciones. Pero es que hace unos días sufrimos una agresión al leer en la sección de cultura de un periódico esta joya: «hectoplasma». Cualquier corrector virtual chino lo detecta. Pues pasó por varias manos y se imprimió. No he conocido la dimisión ni despido de nadie ni de su ectoplasma. Todo es relativo. Hasta la ortografía política. O periodística.