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Bask

Sin géneros, simplemente bikinis

Alineada en la producción de ropa sostenible y asumiendo la moda como un espacio de libertad, la firma Bask ha roto con lo establecido con su última campaña, ‘From the ocean to them/her/him’, protagonizada por personas no binarias.

Un pantalón es un pantalón, y una falda es una falda. No es la prenda en sí, sino el uso y la interpretación que se hace de ellas las que las cargan de significado y permiten perpetuar una división de géneros, dos, que no es sino una distorsión de la realidad. La industria textil perpetúa los roles y no es capaz aún de reflejar la diversidad en tanto en cuanto en las tiendas la ropa está dividida por secciones y el rosa es el color predeterminado para las niñas. El azul es para los niños, a quienes se priva de camisetas con volantes o brillantina. Por ejemplo. Ver lo contrario choca, porque la sociedad tampoco es capaz aún de despojarse de complejos y prejuicios, ni del binarismo.

La denominada ropa ‘unisex’, basada en prendas neutras y básicas, está instaurada, pero el término se está diluyendo para dejar paso al llamado ‘genderless’, más acorde con los tiempos y la realidad. No pretende diluir sexos, sino géneros.

En esta línea de la ropa libre de géneros trabaja desde sus inicios Bask, una marca vasca formada por Jon Kareaga, Maddi Bercianos y Mikel Izurieta. Producen sudaderas, camisetas, gorras y calcetines. Es, simplemente, ropa. Esta máxima la han recogido en su última campaña de bañadores y bikinis ‘From the ocean to them/her/him’, donde las personas no binarias son las protagonistas.

Anael, una persona que se identifica con los pronombres de él y elle; Nekane, que se identifica con todos. A ojos de la sociedad Anael debería llevar un bañador largo y Nekane un bikini. Bask ha diluido lo predeterminado. «Son cuerpos diversos y diferentes con los que hemos querido romper con lo establecido», cuenta a 7K Jon Kareaga. «Resulta una imagen potente y hace pensar qué es lo importante».

La campaña tiene su origen en el verano de 2021, cuando los tres emprendedores recorrieron en furgoneta 213 kilómetros de la costa vasca para recoger plásticos y residuos. Con todo lo recolectado se pusieron en contacto con una empresa dedicada a recuperar plásticos para hacer bañadores. «En este punto nos surgió un problema, y es que desde siempre nos han metido en la cabeza que hay bañadores para tíos y bañadores para tías».

Dado que Bask es ropa sin género, se planteó un debate en el seno de la compañía. «‘¿Qué hacemos ahora con esto? ¿Qué tipo de bañadores producimos?’, era la cuestión», recuerda Kareaga.

Se adaptaron al mercado pero «dando una vuelta de tuerca». «No íbamos a predeterminar para quién eran los bañadores, porque son para quien quiera vestirlos. Esto al principio nos sonó muy raro, incluso a nosotros», admite. Fotografiaron un cuerpo que la sociedad dice que es de mujer y le vistieron un bañador que a ojos de lo establecido es para hombres. «Decidimos actuar contra lo establecido. La sociedad decidió poner género a lo que vestimos, decidió cómo debemos cubrir nuestros cuerpos, y nos impuso las normas para jugar, actuar, incluso vestir», lamentan desde Bask.

El objetivo es inculcar que cada cual «pueda vestir lo que le dé la gana», explica, aunque matiza que la campaña empezó deliberadamente con una visión sesgada para explorar reacciones y hacer pensar. «Entramos dentro de lo normativo, y pusimos a dos modelos heteronormativos, y mostramos el bañador como una prenda masculina». Pese a tener detrás una comunidad comprometida, Kareaga recuerda que nadie lo criticó. «Es cuando nos criticamos a nosotros mismos, señalando ‘lo mal’ que lo habíamos hecho». Entonces la gente hizo ‘click’ y reflexionó sobre lo asumido que está lo impuesto, sin cuestionarse nada más. «Contamos entonces con Anael y Nekane para la campaña ‘From the ocean to them/her/him’. Hay una escala de grises que también tenemos que conocer y respetar».

Para la confección de bikinis han contado con la colaboración de Nael, «una firma acorde al 100% con los valores de Bask» y que apuesta por la diversidad de los cuerpos, cuenta. Produce, además, con los restos de tejido que otras empresas desechan, en línea con la sostenibilidad que ejerce y reivindica Bask.

Jon Kareaga, Maddi Bercianes y Mikel Izurieta, integrantes de la firma Bask

La moda como espacio de libertad

El vídeo de la campaña, que puede verse en su página web, ha suscitado muchos comentarios y aplausos, aunque también ha habido miradas ancladas en el pasado de aquellas «personas más reacias que se incomodan al ver, según ellos, a una persona con pene vistiendo un bikini para tías».

Kareaga reconoce que ha sido un reto «enorme» porque el lenguaje hay que cambiarlo y hay que entender una realidad desconocida hasta ahora. «Procuramos construir en base a unos valores diferentes y, sobre todo, en base a la libertad, que es como entendemos la moda. Un espacio donde la gente pueda expresarse tal y como es y tal y como se siente. Cuando hablamos de la moda no hablamos solo de la cadena de producción, también de cómo la industria afecta a los países consumidores».

La clave de la campaña está en Nekane y Anael, en sus testimonios. «La experiencia personal hace que eso sea indiscutible, han sufrido una realidad, y es que la sociedad les identifique con un género determinado. Escuchar estas realidades es brutal, y habrá gente que no lo va a entender, y quizá tampoco tenga la capacidad para empatizar, pero respetarlo es el mínimo exigible», opina Kareaga.

Desde Bask admiten que muchas personas dejaron de seguirlos tras la campaña; por contra, han despertado el interés de muchas otras, recabando nuevos apoyos y nuevas miradas, más actuales. «Hay chicas que antes pedían bikinis para chicas y ahora piden simplemente bikinis. Eso constata que el objetivo se ha conseguido, ha logrado calar y hacer recapacitar».

Desde Bask plantean la moda como un espacio de creatividad y respeto y una herramienta para el cambio y la transformación social. De hecho, la firma nació a raíz de un viaje a Bangladesh, donde conocieron de primera mano los talleres textiles y las condiciones de trabajo. «Hay que plantearse las cosas, y hacerse preguntas. Yo también me lo he preguntado: ¿Soy libre de vestir como quiera? Y la respuesta es que no. Me han inculcado prejuicios hacia un tipo de ropa, hacia ciertos colores y, por lo tanto, ha repercutido en la forma de expresarme. Te das cuenta de que no eres libre de elegir qué vestir», lamenta.

El mensaje bajo la ropa

¿La ropa o moda sin género qué es: una sudadera blanca o que un hombre lleve falda? «Son ambas cosas –opina Kareaga–. Los mensajes y la comunicación de una marca definen lo que tiene género y lo que no. Una falda puede tenerlo si la marca dice que lo tiene. Si dice que no, y lo demuestra vistiendo a un modelo con una, nos estaría dando una lección y yo podría pensar: ‘Vale, yo también puedo’. No es solo el tipo de ropa, sino el mensaje que lo acompaña».

Cree que la industria de la moda «en pocas cosas es referente en hacer bien las cosas»; aunque opina que sí ha lanzado mensajes a favor de la diversidad sexual y de identidad. En cualquier caso, aún perpetúa los esquemas. «Mientras haya esa división entre las secciones estamos cayendo en un binarismo que tiene un impacto negativo en muchas personas, y no solo en las no binarias, sino en aquellas que no quieren vestirse como se les impone».