«Nos ha dicho que fue un ataque terrorista y había terroristas implicados desde el principio», ha dicho a la prensa el congresista republicano Peter King, tras una audiencia a puerta cerrada que ha comenzado con una declaración de 20 minutos de Petraeus y ha estado seguida de 70 minutos de preguntas.

No obstante, Petraeus ha indicado que las referencias al ataque fueron eliminadas de las pautas de comunicación que se entregaron al Gobierno, que en un principio atribuyó el ataque, ocurrido el 11 de setiembre, a una reacción espontánea de grupos de manifestantes ante la difusión de un vídeo que ridiculizaba al Islam, como sucedió en otros países musulmanes.

Esta ha sido su primera comparecencia ante el Congreso, después de su dimisión tras reconocer una relación extramatrimonial.

En cuanto a si ha salido el tema del romance, King ha señalado que solo se le ha preguntado al principio si creía que podría tener algún impacto en su declaración y Petraeus ha contestado que no.

King ha indicado que el testimonio de Petraeus difiere del que dieron miembros de la Administración el pasado 14 de setiembre.

Ha señalado así que el Congreso quiere escuchar el testimonio de funcionarios del Departamento de Estado y de Defensa, y de la Casa Blanca «para saber si alguien en la Casa Blanca cambió las pautas de comunicación».

El congresista ha agregado que no está claro cómo siguieron utilizándose las primeras pautas hasta cinco días después del asalto, cuando la embajadora de EEUU ante la ONU, Susan Rice, en una ronda de entrevistas en televisión, mantuvo que fue un ataque espontáneo.

Tras atribuir en principio el Gobierno lo ocurrido a las protestas contra el vídeo, después cambió de hipótesis y defendió que se trató de «un acto terrorista perpetrado por grupos afines a Al Qaeda».

El ataque al consulado en Benghazi todavía está bajo investigación y los republicanos han sido muy críticos con la gestión del asunto por parte del Gobierno del presidente Barack Obama.

Petraeus, que ha entrado en el Congreso por una puerta lateral para evitar a la prensa, ha declarado ante el Comité de Inteligencia del Senado a puerta cerrada.

El escándalo se ha ido extendiendo y se ha visto implicado también el general John Allen, jefe de las tropas de la OTAN en Afganistán y cuyo nombramiento como comandante supremo aliado en Europa ha quedado en suspenso.

Según el FBI, Allen mantuvo «comunicaciones inapropiadas» con Jill Kelley, amiga de Petraeus que dijo haber recibido correos electrónicos amenazantes de Broadwell y que motivó el inicio de la investigación.