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Barcelona

La herencia del 15M

Hoy se cumplen dos años desde que los madrileños llenaron por primera vez la Puerta del Sol para mostrar una indignación que en los días siguientes se extendió a Barcelona y otras ciudades del Estado español. En este segundo aniversario del 15M hablamos con el catedrático Joan Subirats, para quien este acontecimiento ha permitido dejar de ver a la política institucional como parte de la solución para pasar a verla como parte del problema.

Imagen de la madrileña Plaza del Sol en mayo del 2011. (NAIZ.INFO)
Imagen de la madrileña Plaza del Sol en mayo del 2011. (NAIZ.INFO)

La primera pregunta es casi obligada: ¿Sigue existiendo el 15M? El catedrático en ciencia política de la Universitat Autónoma de Barcelona (UAB) Joan Subirats, que ha seguido de cerca la evolución del 15M, da una respuesta doble, ya que, según él, «todo depende que cómo nos planteemos que es el 15M». Asegura que «si entendemos el movimiento de los indignados como un movimiento en el sentido clásico, con una organización, portavoces y dirección postal, diríamos que nunca ha existido». Pero por otro lado, «si lo entendemos como un acontecimiento que alteró la agenda política hace dos años y que sigue siendo capaz de convocar y articularse de manera muy plural y diversa, yo creo que entonces sí sigue existiendo».

Por lo tanto, para Subirats, el 15M existe, no como movimiento tradicional articulado –que es evidente que no–, sino como «un clima de reacción ante la crisis institucional de la política», una herencia recibida de las plazas llenas en 2011 y que marca todavía la actuación de plataformas y mareas en contra de la crisis y los recortes.

Pero alzando la vista del ombligo, el contexto económico y social no ha mejorado desde 2011 –más bien ha empeorado–, por lo que resulta inevitable preguntar por los logros concretos del 15M, a lo que Subirats se niega a responder cuantitativamente, aunque pone como ejemplo la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), «que evidentemente está conectado con lo que es el 15M». Para este académico, los logros más significativos no se han dado en el campo de lo automáticamente palpable, sino «en lo que se refiere a la forma de entender la política y en la reivindicación de un espacio de lo público y lo político que no se agote en lo institucional». En resumen, y como ya nos dijo Subirats hace un año: «Antes del 15M la política institucional era parte de la solución, después del 15M, la política institucional es parte del problema».

«Hay un cuestionamiento de las formas de funcionar de la política tradicional y una reivindicación de espacios que son más plurales, más abiertos, que ponen en cuestión la política tradicional. Se cuestiona la cultura de la transición, sin aceptar esta lógica de no agresión entre los dos grandes partidos, de taparse las vergüenzas unos a otros, de no profundizar en los conflictos, de considerar que eso forma parte de un debate entre las élites», añade Subirats.

Un cambio de percepción y de modelo que, según explica el catedrático, se está viendo «en los formatos de lucha y movilización» que tienen iniciativas como la PAH o las diferentes mareas contra los recortes. «Si miramos los formatos de movilización, son bastante distintos de los de hace dos años; los encuadramientos de las mareas, por ejemplo, son mucho más abiertos, menos partidistas, menos sindicalizados y, por lo tanto, intentan buscar lógicas más transversales».

El 15M e internet

Un último punto a tratar de forma inevitable es el papel de internet y las redes sociales, que el 15M ha puesto encima de la mesa como herramienta de nuevas formas de activismo, movilización social y participación política. Subirats considera que, «sin pensar que las nuevas tecnologías lo van a solucionar todo», hay varios aspectos que «han significado un cambio en las formas de funcionar del sistema político». Pone como ejemplos el hecho de que «ya no es tan importante movilizarse a través de los espacios de intermediación tradicionales, como partidos o sindicatos» o que «las formas de comunicación también se han democratizado en el sentido en que no has de pasar obligatoriamente por los medios de comunicación convencionales, sino que puedes crear tus propias dinámicas informativas y participativas».

Además, el académico advierte de que estos cambios no se limitarán, ni de lejos, al entorno de la movilización social, sino que alcanzará a otros ámbitos. «Yo creo que los partidos acostumbrados a trabajar en formatos más de élites y de dirección se verán obligados a abrirse, a buscar formatos más abiertos, a ser más transparentes en la gestión», concluye.