Beñat ZALDUA
BARCELONA

El bloque soberanista mantiene una débil unidad tras tres horas de reunión

El bloque soberanista catalán volvió a reunirse ayer por la tarde en Barcelona. Un encuentro que quería ser discreto pero que alguien se encargó de que no lo fuera. A la salida, predominaron las caras largas y ninguno de los protagonistas quiso hacer declaraciones, aunque todos coincidieron en que seguirán trabajando. A punto de afrontar una semana que será crucial para el futuro del proceso, la unidad se mantiene, pero más débil que nunca.

El Palau Robert de Barcelona, que ayer acogió una nueva reunión de los partidos soberanistas, tiene tres puertas. Los primeros en salir por una de ellas fueron Quim Arrufat e Isabel Vallet (CUP); Oriol Junqueras y Marta Rovira (ERC) lo hicieron por otra y Joan Herrera y Joan Mena (ICV-EUiA) salieron por la tercera. Pasado el rato, el president, Artur Mas, salió por la misma que los diputados de la CUP. Ninguno se paró a hacer declaraciones a las decenas de periodistas que aguardaban al acecho. La estampa, comparada con la del pasado viernes, cuando todos posaron juntos en el Palau de la Generalitat, no era nada halagüeña, aunque las breves frases pronunciadas por los protagonistas trataron de restar dramatismo al momento, ya que todos aseguraron que todo sigue igual y que seguirán trabajando.

Herrera añadió que la semana que viene será «decisiva», mientras que Mas se limitó a lamentar que «debía ser una reunión discreta y no lo ha sido». De hecho, quién rompió el silencio y filtró la noticia de la reunión de ayer sigue siendo hoy una buena pregunta.

En cualquier caso, los partidos soberanistas siguieron abonados a la discreción prometida hace una semana, lo cual tiene muchas virtudes, pero también el defecto de abonar el terreno para el crecimiento de rumores. Así, la reunión de ayer no consiguió apagar las alarmas encendidas a lo largo de la semana, ni aclarar si se trata solo de humo o hay también fuego en el seno del soberanismo. No se quiso escenificar la ruptura, pero tampoco la unidad.

Sin conocer, por lo tanto, el resultado último de la reunión, cabe recordar los elementos que los partidos soberanistas se encontraron ayer encima de la mesa, empezando por el hecho de que la reunión fue programada ya el pasado viernes, con el objetivo de tomar el pulso al acuerdo alcanzado aquel día. Un acuerdo del que poco ha trascendido más allá del compromiso de ir encontrando entre todos la manera de salvar cada uno de los obstáculos hasta la consulta.

De esta manera, entre otras cosas, esta semana el president firmó el decreto de nombramiento de los 35 componentes de las comisiones de seguimiento -juntas provinciales- «a efectos de la legalidad vigente» y se reabrió, indirectamente, el registro para las personas migradas. Del acuerdo del viernes se derivó también, al menos en un inicio, el compromiso de mantener la fecha de la convocatoria del 9 de noviembre e ir adaptando el modelo de la consulta a las condiciones de cada momento.

En un extremo estaría la consulta legal, que requeriría una quimérica sentencia favorable del Tribunal Constitucional antes de la fecha -ayer rechazó la recusación de dos magistrados planteada por el Parlament-, y en el otro extremo, una convocatoria con un valor meramente simbólico, que funcionase a modo de nueva demostración de fuerza. Y entre los dos extremos, multitud de opciones, desde una consulta amparada por una Generalitat desobediente hasta una consulta organizada por los Ayuntamientos.

Estas opciones estuvieron ayer encima de la mesa de los partidos, junto a los pasos concretos a dar. Los más inmediatos: el sorteo de las mesas electorales y el listado definitivo de locales de votación, que según el Decreto de convocatoria suspendido por el TC, deberían producirse este fin de semana. Serán la prueba del algodón, la comprobación de hasta dónde están dispuestos a mantener el pulso con el Estado, que es precisamente lo que genera discrepancias en el seno del bloque soberanista.

Todos están de acuerdo en practicar la ingeniería legal para buscar los resquicios que mantengan viva la consulta, pero la unidad sigue siendo muy difícil a la hora de hablar de pasos abiertamente contrarios a la suspensión del TC.

Garantías democráticas

Los que mayores reticencias tienen a mantener el desafío con el Constitucional se escudan estos días en las garantías democráticas. Siguiendo la estela del miembro de la comisión de control que propusieron y que renunció a su cargo, ICV-EUiA se ha escudado en la falta de garantías legales para dudar de la consulta. Y lo mismo en Unió, que controla dos de los departamentos clave para la consulta: Governació e Interior.

Pero no es casualidad que las formaciones más reticentes a la celebración incondicional de la consulta sean las que se escudan en las garantías democráticas. De hecho, tienen toda la razón en señalar que sin un registro de votantes adecuado, por ejemplo, es inviable una consulta en condiciones. Nadie duda de ello. Pero claro está también que, para conseguir dicho registro, sería imprescindible saltarse la suspensión del TC. La cuestión entonces no es si existen garantías democráticas o no, sino si están dispuesto a dar los pasos necesarios para que dichas garantías existan.

El Parlamento de Gasteiz reconoce el proceso catalán por el derecho a decidir

El Parlamento de Gasteiz mostró ayer su respeto y reconocimiento por «el proceso político y democrático iniciado por el Parlamento de Catalunya, como expresión de la voluntad democrática de la mayoría del pueblo catalán». Y añadió que «el objetivo es ejercer el derecho a decidir de la ciudadanía de Cataluña a fin de concretar su futuro político».

El texto, acordado y presentado conjuntamente por EH Bildu y PNV, recoge también que «los pueblos tiene legitimidad democrática para decidir su futuro, teniendo que ser el límite, lo que la ciudadanía exprese y decida democráticamente». Tras la aprobación del acuerdo, por amplia mayoría de 48 síes y 27 noes, la bancada de EH Bildu rompió a aplaudir mientras dos de sus representantes exhibían una estelada. La reacción, que apenas duró unos segundos, no fue del gusto de la presidenta, que primero pidió silencio y cuando los parlamentarios se callaron, demandó que no se convierta la sesión en un circo.

Aunque el punto tratado ayer, en cuya explicación de motivos se critica con dureza la actuación del Tribunal Constitucional, resulta de gran actualidad, lo cierto es que fue presentado por EH Bildu el 29 de abril, cuando el TC echó atrás la declaración de soberanía del Parlament de Catalunya. Sin embargo, a la vista de los últimos acontecimientos acabó siendo igual de apropiado que si se hubiera tratado entonces.

También conviene llamar la atención sobre el acuerdo alcanzado entre EH Bildu y PNV para firmar una enmienda transaccional, puesto que se enmarca en la búsqueda de puntos de acuerdo de cara al futuro.

Por lo demás, el debate discurrió por los cauces predecibles, con alguna que otra perla. I. IRIONDO