Ion SALGADO
GASTEIZ

Toki eder, el éxito de unas familias que lucharon por la enseñanza en euskara

Hace 35 años Gasteiz afrontó una convulsa transición lingüística. Un largo proceso, marcado por las disputas entre un nutrido grupo de familias y la Diputación de Araba, que finalizó con la puesta en marcha de Toki Eder. Este pasado domingo, la primera promoción de alumnos rindió un sentido homenaje a las personas que participaron en la creación de esta ikastola pública.

Hoy en día cualquier familia puede matricular a sus hijos e hijas en el modelo D. Basta con marcar una casilla para poder estudiar en euskara. Sin embargo, en 1978 las cosas eran muy distintas en Gasteiz. Por aquel entonces los centros educativos, donde imperaba el castellano, estaban en manos de la Diputación foral de Araba, que no veía con buenos ojos la implantación del modelo D en las ikastolas del herrialde. «Pensaban que con el modelo B era suficiente», lamenta Maribel López de Luzuriaga, alumna de las primeras promocionesde Toki Eder, la primera ikastola pública en modelo D de la capital alavesa.

Pese a que han pasado 35 años, todavía recuerda cómo fueron los inicios en diez aulas habilitadas en un garaje de la calle Sancho El Sabio y en la Iglesia de Los Ángeles. «Éramos niños y no entendíamos muy bien lo que pasaba. Íbamos con nuestros padres a concentrarnos frente al Palacio Foral, donde se ponía una fila de miñones. Sabíamos que las movilizaciones tenían que ver con el euskara, pero no entendíamos el contexto al que tuvieron que hacer frente», subraya tras explicar algunas de las protestas que tuvieron lugar durante los primeros años de la década de los ochenta.

Entre las mismas, destaca el encierro en el Museo de Armas, titulado por algunos medios de comunicación como «el encierro de los cien días». Según relata, esta acción, organizada para reclamar un centro público en el que poder impartir clases en modelo D, fue «una aventura, porque estábamos en un lugar enmoquetado y lleno de armas, y a la hora del recreo jugábamos frente al Palacio de Ajuria Enea». Cuestionada por el día a día, señala que la formación corría a cargo de profesores de los euskaltegis de AEK y de otros centros. «Al final, nos lo tomamos como un juego, pero si te pones a pensarlo fue un periodo duro para las familias, porque estábamos sin escolarizar», añade.

La pelea con la Diputación, que propuso repartir a los alumnos en otros centros de Gasteiz, finalizó tras la ocupación del edificio en que se había proyectado el colegio Pedro Pablo Barrutia. Fue entonces cuando los alumnos se trasladaron a la ikastola Toki Eder, situada en el barrio de Lakua. El centro, que ha ido creciendo con los años, fue una pieza esencial para impulsar la recuperación de la cultura vasca en la capital alavesa. «Aprendíamos canciones tradiciones, ensayábamos dantzas, tocábamos el txistu... Lograron introducir la identidad vasca».

Homenaje a los padres y madres

Las primeras generaciones de Toki Eder son conscientes del esfuerzo realizado por sus progenitores, que rompieron el status quo para lograr que sus hijos e hijas pudieran estudiar en euskara. «Gracias a ellos somos euskaldunes», manifiesta López de Luzuriaga, que el domingo participó en una fiesta organizada para rendir un sentido homenaje a los hombres y mujeres que hicieron posible la creación de Toki Eder. «Queremos agradecerles el trabajo que hicieron, porque lograron que tuviéramos una educación en euskara en una época muy difícil», detalló.

La cita comenzó a las 11.00, con la recepción a las familias, a las personas que trabajaron con ellas durante los primeros años y a los representantes de otras ikastolas con las que entablaron relaciones. A las 12.00 tuvo lugar el acto central. Un evento emotivo en el que se mostró un video con imágenes del encierro en el Museo de Armas y de las aulas en Sancho el Sabio. Los presentes también pudieron ver una exposición fotográfica con imágenes de la época.