Mirari ISASI
BILBO
Interview
JAMAL JUMÁ
Coord. de la campaña palestina «Stop the wall»

«No hay opción: el levantamiento o la resignación ante la ocupación»

Jamal Jumá (Jerusalén, 1962), coordinador de la campaña contra el Muro del Apartheid, habló con GARA en su reciente visita a Euskal Herria de la responsabilidad del mundo en la implantación de un sólido apartheid en Palestina, de la inviabilidad de un Estado en un territorio bantustanizado y de la efectividad de la campaña BDS, aunque considera necesaria una tercera Intifada.

¿Los apuñalamientos y atropellos intencionados anticipan una tercera Intifada o son hechos aislados?

No son hechos aislados, es la respuesta a dejar a los palestinos sin ningún tipo de esperanza. ¿Cómo no va a haber una respuesta violenta, un levantamiento popular, cuando están dejando al pueblo sin la esperanza de que pueda existir un Estado palestino? No hay otra opción: el levantamiento o la resignación ante la ocupación y que Israel siga ampliando las colonias y anexionándose más territorio. Israel se ha anexionado más del 61% del territorio de Cisjordania, incluidos sus recursos naturales, está construyendo un muro, rodeando las localidades palestinas, bantustanizando el territorio. Existen todas las razones del mundo para una tercera Intifada. Israel no pretende controlar ni la tierra ni a los palestinos, pretende esclavizar, humillar y atacar la dignidad de los palestinos.

¿Podría darse con la división entre facciones, que parece que no ha sido superada con el acuerdo de reconciliación nacional?

Si las facciones llamaran a la Intifada todo sería más fácil, pero no creo que lo hagan, ninguna de las anteriores fue liderada por algún partido político palestino. Es una resistencia popular, un levantamiento que nace del pueblo ante una situación que explota. Es también una forma de unidad y de mantener a la gente en la calle en una lucha continua contra la ocupación.

¿Está el Gobierno de Benjamin Netanyahu derivando el conflicto hacia la cuestión religiosa con el cierre del acceso a la mezquita de Al-Aqsa?

Netanyahu es un criminal y, si existiera justicia, debería ser juzgado por el Tribunal Penal Internacional por sus crímenes. El mundo tiene que reaccionar y parar los pies a Israel.

Pretende convertir el levantamiento de los palestinos en un conflicto religioso, y eso es muy peligroso, no solo para Palestina sino para el mundo entero. Israel quiere situar la ocupación de palestina en la Edad Media, en la época de las Cruzadas provocando una guerra entre civilizaciones y entre religiones. Si el mundo acepta ver un conflicto entre el islam y el judaísmo y no lo para, es también un criminal.

¿Es la construcción del Muro la muestra más visible de la política de apartheid israelí?

Claro. Es un sistema de control de los movimientos de la población palestina. El Muro ha creado tres bantustanes separados y aísla también Jerusalén. Pero no es solo el muro; es un sistema integral de control y segregación de la población palestina que incluye unas carreteras para uso exclusivo de judíos y otras de palestinos. Y va más allá, porque en Cisjordania Israel ha implantado dos sistemas jurídicos: civil para proteger a los colonos y militar para los palestinos. Si eso no es apartheid, ¿qué nombre tiene? Todos esperaban que en el siglo XXI no existieran muros ni apartheid, pero visto lo que ha pasado y está pasando en Irak, Afganistán, y Palestina hay que buscar responsabilidades, y los responsables son el imperialismo y el colonialismo, EEUU, la ONU y la UE.

¿Qué frutos está dando la campaña contra el Muro?

«Stop the Wall» nació en 2002. Es un movimiento civil, popular, uno de cuyos objetivos es evidenciar la política de anexión israelí en Cisjordania, que ha ido obligando a modificar trazados, sumar nuevos... Es una resistencia popular más que se suma a las luchas contra la ocupación y el apartheid. Una de sus aportaciones más importantes es su contribución a la campaña de Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS) al asumir que el eje de la estrategia de la lucha tenía que ser ésta.

Ha habido resoluciones internacionales que exigen a Israel el derribo del Muro, pero el Gobierno hace oídos sordos, y nadie le impone sanciones.

Hace diez años, el Tribunal Internacional de Justicia dejó clara la ilegalidad de las colonias y del Muro, pero como con el resto de declaraciones y resoluciones de la ONU que hablan de los derechos del pueblo palestino, Israel ha hecho caso omiso. El mundo ha consentido la implantación de un sólido sistema colonial de apart- heid en Palestina y la responsabilidad es suya.

¿Es la campaña BDS la forma de presionar a Israel ante la inacción de organismos internacionales y gobiernos?

Es la estrategia más efectiva para poner fin a la ocupación y las atrocidades que comete Israel, pero es necesaria una tercera Intifada, porque la resistencia popular interna es imprescindible. Es importante que los palestinos se movilicen desde el interior, que haya un levantamiento, y que en un segundo nivel esa resistencia esté acompañada por una solidaridad internacional con el objetivo de aislar a Israel y obligarle a rendir cuentas. Es una campaña inspirada en Sudáfrica, que surge porque no esperamos ya nada de la comunidad internacional. Las personas son las que pueden forzar a los gobiernos a cambiar sus políticas y exigir libertad, paz y democracia.

¿Qué efectos está teniendo? Parece que ha tenido un impulso tras la última ofensiva contra la Franja de Gaza.

Para ver sus efectos hay que mirar la reacción israelí. Tras el llamamiento en 2005 de los palestinos al BDS, Israel lo ignoró. En 2008, al ver que la campaña cogía fuerza y vista la experiencia en Sudáfrica, se constituyó un comité dependiente de Exteriores dotado de seis millones de dólares. En 2013, el comité pasó a depender del Ministerio de Asuntos Estratégicos, el más importante, y se aumentó su dotación hasta los 30 millones de dólares; se alertó a las embajadas israelíes, se puso a 3.000 personas a hacer seguimiento de la campaña en las redes sociales y se aprobaron leyes con penas de cárcel para cualquier israelí que apoye la campaña. Eso se está exportando a otros países, como lo demuestra del procesamiento de dos activistas de la campaña BDS en Francia.

Está teniendo consecuencias académico-culturales, con la ruptura de acuerdos con instituciones que sostienen la ocupación, y económicas y en el consumo, con importantes pérdidas para compañías como las de transportes Veolia y Almsthon o la de seguridad G4S, debido la rescisión de contratos, o Sodastream, que ha cerrado una fábrica en un asentamiento. Y está el embargo militar que comenzó en 2008.

¿Han acabado el Muro y las colonias con la opción de los dos estados como solución al conflicto?

La única solución en la que creo es la de un único Estado, democrático, con justicia e igualdad de derechos para todos, en el que sea posible convivir. ¿Para qué queremos un Estado islámico o uno judío? Eso es perpetuar el conflicto. Pero Israel no quiere ni dos ni uno, solo quiere un Estado israelí.

Si vemos cómo están los territorios ocupados, un Estado palestino es inviable. Solo sería viable si hubiera en el mundo una fuerza unitaria que obligara a Israel a acabar con la ocupación, a desmantelar las colonias y a demoler el Muro. Si el mundo está preparado para presionar y obligar a Israel a poner fin a la ocupación, tendremos un Estado palestino. Lo que ahora tenemos es un Estado bantustán, de apartheid.

Israel considera el Estado palestino una amenaza para Israel, y esa no es la verdadera ecuación.

Al mismo tiempo, se está avanzando en el reconocimiento de Palestina como Estado. ¿Es ese el camino? ¿Son las últimas decisiones israelíes la respuesta?

La reacción de Israel no está relacionada con eso. Israel no quiere que ningún palestino proteste, que reaccione contra la ocupación, contra las humillaciones y contra la destrucción de sus vidas. Si no lo aceptamos, nos convertimos en criminales. El reconocimiento de un Estado debería conllevar también el reconocimiento de que Israel es un Estado ocupante y de que la ocupación es ilegal, y debería ir acompañado de la presión para que Israel ponga fin a la ocupación.

Desde la cárcel, Marwan Barghouti ha llamado a apoyar a la resistencia armada. ¿Se da así por finiquitada la apuesta de Mahmud Abbas y Al-Fatah de dialogar con Israel? ¿Es la vía para hacer frente al ocupante?

La estrategia de Abbas y de la ANP han fallado. Llevan negociando veinte años y lo único que han conseguido es que Israel lo utilice como un paraguas para sus políticas de ocupación. La ANP ya no tiene nada que ofrecer a los palestinos. La resistencia armada de los pueblos ocupados está legitimada en la legislación internacional, pero no creo que sea la mejor estrategia para el pueblo palestino, sería una respuesta minoritaria, marginal, por eso creo en la necesidad de una resistencia popular que pueda unir a todos los sectores de la sociedad.

Para que los palestinos consigan sus objetivos tienen que confluir la deslegitimación de Israel y la imposición de sanciones, el apoyo internacional a la campaña BDS, y la resistencia popular.