Antonio CUESTA Atenas

Un sufragio contra la austeridad en Grecia

La convocatoria de elecciones para el día 25 ha abierto la caja de Pandora en Grecia y toda Europa. El aún primer ministro, Antonis Samarás, agita el fantasma del miedo afirmando que Syriza llevaría al país al abismo económico, pero cada vez más analistas opinan justo lo contrario.

En realidad, el adelanto electoral forma parte de la apuesta del primer ministro, Antonis Samarás, para concurrir a unos comicios sin la presión de la Troika (integrada por la Comisión Europea, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional), que ya ha anunciado la suspensión de las negociaciones con Atenas hasta la formación del nuevo Ejecutivo que salga de las urnas.

El progresivo deterioro económico y social sufrido en el país, debido a unas durísimas políticas de austeridad, ha conducido en apenas dos años y medio de legislatura a la pérdida de legitimidad de un Gobierno que únicamente se ha podido mantener a flote mientras se lo ha permitido su escasa mayoría parlamentaria, sustentada en el regalo de 50 escaños (sobre un total de 300) que la ley electoral griega concede al partido más votado.

La oportunidad de Syriza

El ascenso electoral de Syriza se ha debido tanto al agotamiento de los programas de ajuste presupuestario exigidos desde Bruselas y Berlín como a las promesas de llevar a cabo una reestructuración de la deuda griega, priorizar los programas sociales y poner en práctica un ambicioso plan de empleo.

Sobre la primera cuestión, un número creciente de analistas económicos comienza a considerar que una victoria de Syriza podría ser incluso positiva para dinamizar la moribunda economía griega. En esa línea el diario ``Financial Times'' señaló que muchos inversores ven con buenos ojos las próximas elecciones, pues probablemente el programa de gobierno de Syriza sería menos problemático de lo estimado originalmente e incluso podría resultar positivo para el conjunto de la eurozona al cuestionar el dogma de la austeridad.

El cambio hacia posiciones más moderadas del líder de Syriza, Alexis Tsipras, ha sido percibido tanto por una fracción del sector financiero como por economistas críticos, como es el caso del profesor de la Universidad de Londres Costas Lapavitsas, para quien el programa de la formación izquierdista es «razonable y moderado» y, pese a no incluir «nada radical en sus políticas», supone un ejercicio de «sentido común» que abrirá nuevas vías en otros países europeos.

Los dirigentes de Syriza han declarado en repetidas ocasiones su intención de mantener a Grecia dentro de la unión económica y monetaria, evitando las acciones unilaterales y mostrando un compromiso constructivo para ayudar a cambiar la Unión Europea (UE) desde dentro. La cuestión es si los dirigentes europeos sintonizan en alguna medida con sus propuestas o si por el contrario la victoria de la izquierda en Grecia puede complicar los planes en toda la zona euro. Según Lapavitsas, «los comerciantes y los banqueros alemanes se han beneficiado significativamente del euro y no tienen ningún interés en abandonar las políticas de austeridad», pese a la debilidad de la economía europea y al hecho de que tanto el Estado francés como Italia se encuentren contra las cuerdas.

En el caso griego, el intento de estabilizar la economía nacional para mantener al país dentro de la eurozona llevó a la destrucción del tejido productivo y de la estructura social. El déficit fiscal se redujo drásticamente, el déficit por cuenta corriente se convirtió en superávit y la perspectiva de un impago del servicio de la deuda prácticamente desapareció. Sin embargo el Producto Interior Bruto (PIB) se contrajo en más de un 25%, los salarios reales cayeron un 30%, la producción industrial mermo un 35% y el desempleo, que llegó a rondar el 28%, afecta en estos momentos a una de cada cuatro personas en edad de trabajar. Solo el sector turístico mantiene un buen comportamiento en medio de un declive de las exportaciones durante el año 2014.

Frente a este panorama de destrucción, la Troika ha venido endureciendo las medidas de ajuste con el único objetivo de lograr mayores superávits primarios en las cuentas del Estado (un 3% en 2015, un 4,5% en 2016 y aún más en el futuro) para poder atender a la enorme deuda externa de Grecia, que ha alcanzado el 175% del PIB.

Pero si los costes económicos han sido enormes, la crisis humanitaria resulta incalculable. El incremento de la pobreza, del número de familias sin hogar, el colapso del sistema público de salud o el aumento de la mortalidad infantil son solo algunos de los efectos de las políticas de austeridad, que han ido privatizando todo tipo de bienes públicos, acabando con la legislación laboral y desregulando el funcionamiento de profesiones y el comercio.

Las protestas populares no consiguieron frenar esta debacle, y por ello Syriza fue ampliando su apoyo electoral hasta conseguir ser el partido más votado en las elecciones europeas del pasado mes de mayo. Ahora su reto es conseguir la mayoría suficiente que les permita gobernar en solitario. Promesas como la reducción de la enorme presión fiscal que soporta la mayor parte de los ciudadanos o la aplicación de medidas desde el sector público que estimulen la inversión, en un esfuerzo por lograr el crecimiento, han generado un cierto optimismo en una parte importante de los votantes.

¿Se abre un nuevo ciclo?

La hostilidad de Bruselas es evidente y al igual que ocurriera en las elecciones legislativas de 2012 la campaña del miedo para evitar la victoria de la izquierda ya comienza a dar sus pasos. El mismo día en que se firmaba el decreto oficial por el que se disolvía el Parlamento y se convocaban elecciones anticipadas, Samarás aseguraba que «estos comicios no los quiere el pueblo griego» y llamaba a «luchar con la verdad y la responsabilidad por la seguridad y estabilidad de la nación, y por el futuro de nuestros hijos», en momentos en los que está en juego la permanencia de Grecia en la Unión Europea.

Pero el mayor acoso al programa de Syriza procede principalmente de la Troika, que se aprovechará de las importantes necesidades de financiación que necesita Grecia para pagar parte de su deuda, y que algunos economistas cifran en unos 20.000 millones de euros de aquí a verano, además de los fondos adicionales procedentes del Banco Central Europeo para evitar el colapso de las entidades financieras griegas.

Frente a ello, el líder de Syriza aseguró que 2015 «traerá la democracia de regreso a la patria», así como el triunfo de la razón y la esperanza, «derrotando el miedo y alarmismo» por la vía de una gran victoria electoral. Tsipras se comprometió a poner fin «a la humillación nacional y a la crisis humanitaria, poniendo en marcha un programa de reconstrucción de la economía y la sociedad».

No lo tendrá nada fácil. Las encuestas vaticinan que Syriza será el vencedor el próximo 25 de enero, domingo, pero que no lo hará con el margen suficiente como para obtener una mayoría de gobierno. En el último sondeo la formación de izquierdas presentaba una intención de voto del 29%, seguida por el partido conservador Nueva Democracia, del actual primer ministro Antonis Samarás, con el 24%. Mientras que el PASOK, en otra época representante de la socialdemocracia, se hunde con apenas un 3,3%.

Syriza puede ser el primer partido europeo que llegue al Gobierno con un programa opuesto a las medidas de austeridad. Por tal motivo, de su victoria y de la fortaleza que demuestre para no claudicar ante las presiones de los poderes financieros dependerá en gran medida el futuro de otras formaciones que plantean propuestas similares. Grecia, que fue el laboratorio de las políticas neoliberales a escala europea en el inicio de la crisis, es hoy el primer campo de batalla contra la austeridad, y puede anticipar cambios dentro de una UE aquejada por una inestabilidad económica y política que parece estar lejos de finalizar.

Papandreu lidera Movimiento por el cambio, la escisión del Pasok

El llamado Movimiento por el Cambio aspira a atraer «las fuerzas que creen y que han demostrado en la práctica que, con reformas democráticas reales, Grecia puede salir finalmente de la crisis», según ha indicado el ex primer ministro griego Yorgos Papandreu en su primer mensaje en Facebook como líder de la escisión del Pasok. La ruptura se produce en un momento crítico para la formación que ha dominado la vida política durante más de treinta años y que lucha por su supervivencia en el Parlamento. Papandreu, eterno rival del actual líder del Pasok, Evángelos Venizelos, reprochaba a su partido haber abandonado el curso de las reformas emprendidas por él cuando era primer ministro, de 2009 a 2011. Algunas encuestas vaticinan incluso que el Pasok podría quedarse fuera del Parlamento. Esto podría ser la puntilla. GARA