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Netanyahu descarta abiertamente la creación de un Estado palestino

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, descartó ayer, por primera vez de forma explícita, la creación de un Estado palestino y, con ello, la «solución de los dos estados». El líder del Likud, segundo en los sondeos para las elecciones legislativas de hoy, elevó el tono contra los palestinos en el último día de campaña al afirmar que mientras siga al frente del país no habrá un Estado palestino y seguirá construyendo colonias judías en Jerusalén Este.

El primer ministro israelí y líder del partido derechista Likud, Benjamin Netanyahu, aumentó su extremismo en las últimas horas de campaña electoral, al asegurar ayer que mientras él siga en el cargo al frente del país no se establecerá un Estado palestino.

Netanyahu expone de forma abierta por primera vez el objetivo de la política de ocupación aunque contradice el supuesto apoyo a la solución de los dos estados, principio de las negociaciones de paz, y convertida en la práctica en una quimera.

«Quienquiera que intente establecer un estado palestino o intente retirarse de algún territorio estaría simplemente cediendo terreno a los atentados terroristas islámicos radicales contra Israel», afirmó en declaraciones recogidas por la web de noticias israelí NGR.

El periodista preguntó a Netanyahu si eso significaba que no habrá un estado palestino si el sigue siendo primer ministro, a lo que éste respondió «desde luego».

Sus declaraciones parecen destinadas a lograr el apoyo de los sectores más a la derecha, la víspera de elecciones generales de hoy. Los sondeos sitúan al Likud de Netanyahu por detrás de la alianza Unión Sionista de Isaac Herzog. Las encuestas pronostican que Herzog logrará entre 24 y 26 de los 120 escaños de la Knesset o Parlamento israelí, mientras que el Likud conseguirá entre 20 y 22 asientos, aunque pueden permitirle seguir gobernando con el apoyo de los colonos de Hogar Judío y otras formaciones.

Netanyahu eligió para el cierre de campaña el asentamiento judío de Har Homa, en Cisjordania, una colonia que él mismo ayudó a fundar en 1997, en su primera etapa como primer ministro, un gesto para los votantes de los partidos minoritarios de extrema derecha, a los que instó a «volver a casa» y prestar de nuevo su apoyo al Likud.

«La elección es simbólica: el Likud, dirigido por mí, que seguirá defendiendo con firmeza los intereses vitales (de Israel) o un gobierno de izquierda (...) dispuesto a aceptar cualquier dictado», afirmó desde un atril en Har Homa, delante de un paisaje de edificios en construcción y grúas.

Otra guerra contra Hamas

Netanyahu insistió además en otra de las bases del sionismo. Así, prometió continuar construyendo asentamientos para los colonos judíos en Jerusalén-Este, con el objetivo de impedir que los palestinos puedan establecer en ella la capital de su Estado. Con todo, las declaraciones no se alejan tanto de las de su principal rival, el laborista Isaac Herzog, que sostuvo que los grandes bloques de colonias en Cisjordania deben seguir siendo israelíes y rechazó una división de Jerusalén.

Durante toda la campaña, Netanyahu ha basado su discurso en las amenazas del extremismo islamista o un Irán con armas nucleares, mientras sus rivales, el laborista Herzog y su aliada Tzipi Livni, exministra de Netanyahu, han insistido sobre todo en los problemas sociales, como la carestía de la vida y la vivienda.

El conflicto con Palestina había estado en un segundo plano durante la campaña, hasta que ayer Netanyahu elevó el tono.

Además, contó con el apoyo en esta estrategia de otro estrecho aliado, el actual ministro de Asuntos Exteriores y jefe del partido Israel Beitenu, Avigdor Lieberman, quien aseguró que si, como pretende, es nombrado ministro de Defensa en el próximo Gobierno israelí, encabezará la que definió como la «última campaña» militar contra el movimiento palestino Hamas.

Livni renuncia a alternarse con Herzog al frente del Gobierno

La exministra Tzipi Livni, una de las colíderes de la alianza opositora israelí Unión Sionista, está dispuesta a ceder por completo la jefatura de Gobierno a su socio Isaac Herzog si con ello el bloque tiene más fácil formar una coalición tras las elecciones. Livni y Herzog se habían comprometido a intercambiarse como primeros ministros a los dos años en caso de lograr la victoria. Sin embargo, la exministra dio un paso atrás y, la víspera de los comicios, afirmó que está dispuesta a dejar el liderazgo del Ejecutivo en manos de Herzog si con ello se logra una coalición de gobierno. Livni le trasladó a Herzog esta idea bajo la premisa de que, por encima de todo, está el interés de la Unión Sionista de desbancar al Likud.

El líder del partido laico Yesh Atid (Hay Futuro), Yair Lapid, opinó que el anuncio de Livni demuestra que ha acordado con Herzog «formar un Gobierno con el concurso de los ultraortodoxos», quienes quedaron fuera del anterior Ejecutivo precisamente por la insistencia de Lapid en que esta comunidad judía tenía que hacer el servicio militar obligatorio, del que siempre había estado exenta. Lapid también señaló que la decisión de Livni da a entender que Unión Sionista estaría dispuesto a formar un Gobierno de unidad con el Likud de Netanyahu, siempre con el concurso de los ultraortodoxos, a cuyos tres partidos (Shas, Yahad y Judaísmo Unido de la Torá) los sondeos otorgan en total 17 escaños.

Lapid formó parte del anterior Gobierno de Netanyahu, del que fue expulsado, al igual que Livni, por las críticas de ambos a la posición del primer ministro con respecto al asunto nuclear iraní. GARA